El desmoronamiento axiológico de la izquierda socialdemócrata halla sus raíces no ya solo en el entorno ideológico adverso en el que le ha tocado desenvolverse en las últimas décadas, sino que radica profundamente en el travestismo y maquillaje actual con el que de algún modo ha intentado adaptar sus convicciones y principios fundacionales a la época del consumo y los mercados. Todo este travestismo exagerado en lo político, social, económico e incluso me atrevería a decir en lo filosófico, ha arrastrado a la izquierda hacia un espacio de confusión, de pérdida de identidad, en el cual, no se sabe qué vía o qué modelo se ha de escoger para volver a refundar su tratado ideológico y social dentro de las incertidumbres que nos está deparando la comunidad global del siglo XXI.

Esta catástrofe axiológica de la socialdemocracia no solo hay que analizarla en clave ideológica y partidista para entender el derrumbe que sufren los ideales de izquierda en el mundo, sino que más bien hay que bucear en los fenómenos psicológicos sugestivos que produce la comunicación de masas intervenida por conglomerados y plataformas de comunicación con un evidente trasfondo ideológico de carácter capitalista. Con lo cual, los segmentos sociales de izquierda a nivel global han perdido la referencia cultural y política que los mantenía en esa franja ideológica debido a que los líderes de la socialdemocracia internacional se plegaron a los cantos de sirena del capitalismo social de mercado, cediendo valores y principios que jamás se debieron de desterrar.

Con el devenir del tiempo, los ciudadanos componentes y partícipes de la izquierda han hallado acomodo en la sociedad consumista, basada en el egoísmo de propiedad materialista, asumiendo, como por una especie de ósmosis social, los valores inherentes a un sistema económico y social que exige la máxima de que sin dinero no hay vida posible y, a su vez, ampara las más infernales desigualdades e injusticias que puede sufrir el género humano. Es significativo observar como gentes con una potente pasión izquierdista, pero con una posición económica generosa, se ufanan en público de sus aspiraciones sociales y familiares elitistas y emular modelos de vida de clase privilegiada. Pensamientos de izquierda pero con aspiraciones aristocráticas. La hipocresía en estos casos es alarmante.

Todavía no sabemos a ciencia cierta si los humanos son por naturaleza egoístas o altruistas, o por el contrario, agudizan o aligeran estas categorías morales dependiendo del contexto social en el que se muevan. En todo caso, las sociedades actuales, hijas de la era de la comunicación, favorecen todo aquello que se pregona en los medios, independientemente de que sea bueno o malo. La irresistible fuerza de los mass media y las redes sociales está provocando fenómenos insólitos que se escapan a la lógica de la reflexión política. Por ejemplo, el cómo la crisis económica y social que sufrimos fue desarrollada por agentes económicos y políticos muy fuera de la órbita de la izquierda, y no obstante, una mayoría de ciudadanos sigue aceptando y legitimando con sus votos que estos agentes son los únicos que con sus recetas de reducción de déficit y reformas antisociales pueden sacarnos del abismo. Es decir, después de la hecatombe económica generada por políticas ultraliberales, el ciudadano no ha depositado su confianza en las fuerzas políticas de izquierda, lo que pone en duda la capacidad representativa de una izquierda obtusa sin horizontes y sin proyecto ideológico.

El error de la izquierda quizás radique en criticar el modelo socioeconómico existente y a la par, participar sin condiciones en aquello que critica. De cualquier modo, es de tener en cuenta el potencial acústico de las cornetas que auxilian mediáticamente la oficialidad establecida en el orden económico. Pero sobre todo, se ha de tener en cuenta la metamorfosis ideológica y filosófica que padecen las corrientes de izquierda bajo la égida de los valores del capitalismo financiero y de consumo. Una transformación fatal operada desde el mismísimo interior de las élites de izquierda.

La izquierda moderna postmarxista-leninista para seguir siendo izquierda liberal ha de defender sus valores tradicionales de libertad, igualdad, poder redistributivo, dignidad económica, justicia, ilustración- y no flirtear con terceras vías que han supuesto la doblegación absoluta del corpus axiológico de la izquierda a los valores que pregona el actual capitalismo financiero.