La concesión del Premio Pritzker (especie de Nobel de la arquitectura) al danés Jorn Utzon (Copenhague, 9-4-1918) es un acto de justicia reparadora para el creador de la Opera de Sydney, un símbolo universal de Australia ("uno de los mayores iconos del siglo XX", según el presidente del jurado). La entrega se celebró ayer en Madrid, donde el Rey libró el galardón a un hijo de Utzon, que no pudo ir.

Apasionado por el dibujo desde crío, Utzon se graduó en la Academia de Bellas Artes de Copenhague en el año 1942, en plena guerra mundial. En 1950, abrió su propio estudio. Antes había colaborado con Alvar Aalto, al que considera el maestro de maestros ("todos los Pritzker son en realidad premios a Aalto", suele decir). Era un desconocido cuando, en 1957, ganó el concurso del edificio de la Opera de Sydney. Seis años antes de su inauguración en 1973 y cuando aún faltaban los interiores, Utzon abandonó el proyecto, harto de chocar con las autoridades y de la polémica surgida por el empleo de cubiertas de hormigón en forma de conchas superpuestas. Se avanzó a su tiempo y no le comprendieron.

Desde entonces, ha trabajado a su gusto ("la arquitectura no es arquitectura si no sirve para ser libre"). En Mallorca, donde reside, se hizo dos casas que demuestran cómo se puede construir sobre el mar sin violentar la naturaleza.