Malos tiempos corren para un hombre de la personalidad de José Antonio Camacho (Cieza, Murcia, 8-6-55). El supuesto galáctico equipo al que entrena, el Madrid, no ha iniciado bien la temporada y las alarmas se han encendido definitivamente tras la sonrojante derrota del miércoles ante el Bayer Leverkusen (3-0).

La constelación blanca ya está dando más quebraderos de cabeza de lo que quisiera al corajudo exjugador, que como tal fue un símbolo del madridismo. Ahora, desde el banquillo, quiere trasladar su espíritu combativo, aunque lo tiene difícil, ya que estrellas como Ronaldo pertenecen a otra galaxia muy distinta a la que él representa. De momento, Camacho ya ha visto cómo jugadores como el brasileño han protagonizado desplantes como el del último encuentro, cuyo final ni siquiera presenció cuando fue sustituido al marcharse directamente al autobús. Gestos como éste, conociendo al murciano, no le harán excesiva gracia.

El entrenador blanco tiene su particular espina clavada con la selección, a la que renunció tras el fatídico encuentro de la eliminación ante el anfitrión en el Mundial de Corea. Pero el reto parece ahora multiplicarse con el Madrid. Sus estrellas, a lo que se ve en este comienzo, se le están apagando, y él no quiere estrellarse. De momento, él mismo se pone como primer culpable del fiasco. Pero su látigo está preparado.

J. M. O.