El secretario de organización del PSOE, José Blanco López (Palas de Rei, Lugo, 6-2-1962), está viviendo sus peores momentos desde que, en julio del 2000, accedió al cargo de la mano de Zapatero. Fue Blanco --o Blanquito/Blanquiño, como le llaman muchos correligionarios-- quien trabajó y logró que apoyaran la candidatura de Zapatero, y no la de Bono, presuntos socialistas como Balbás, Tamayo y Sáez, ahora expulsados por traicionar al partido en Madrid. Como responsable de las listas electorales, Blanco tragó con individuos nada escrupulosos a la hora de mezclar los intereses públicos con los negocios privados.

"Algunas medidas para modernizar el partido van a ser dolorosas", advirtió Blanco al inicio de su andadura. Suprimió, por ejemplo, las tarjetas de crédito de libre disposición y el coche con chófer para la ejecutiva, pero, por lo visto, se le coló un cupo de corruptos.

Exconcejal, exsenador y diputado desde 1996, Blanco se hizo socialista influido por José López Orozco, un profesor suyo de Filosofía que ahora es alcalde de Lugo con mayoría absoluta. A Zapatero le conoció en el Congreso de los Diputados, y ambos se cayeron muy bien. Semanas antes de la traición en la comunidad madrileña, Blanco declaró: "Pese a ser laicos, con Zapatero se nos ha aparecido la Virgen". No la de la Almudena, ciertamente.