Es cierto que nuestro país, España, no forma parte del Grupo de los G-20, ese grupo donde se discute de asuntos económicos, financieros y políticos, y donde se intenta dar soluciones globales desde el ámbito de la política. Nuestro país tiene que contentarse con que se le invite, de vez en cuando, como oyente, a esas reuniones tan importantes. Últimamente, incluso se nos reconoce como invitados permanentes. Y algún día, quizás, pasaremos a ser considerados como miembros permanentes.

Pero, mientras eso ocurre, es muy importante saber y reconocer, y valorar que España, nuestro gran país, aunque oyente y sin pertenecer todavía al G-20, lleva más de 20 años siendo pionero y líder mundial en donaciones y trasplantes. Es un auténtico milagro que, por realizarse de manera frecuente, no le damos la importancia que se merece. Y, precisamente por ser, de manera continuada, líderes de esos trasplantes y donaciones, debemos sentirnos orgullosos de pertenecer a un país tan preparado técnicamente y tan solidario.

Para hacer posible que un órgano que ha pertenecido a una persona, pueda seguir viviendo y dando vida en el cuerpo de otra, se necesitan unas manos muy expertas, grandes medios técnicos y una gran dosis de solidaridad y generosidad en los habitantes de un país.

Y es cuando sientes cerca la necesidad de un trasplante cuando se es más consciente de lo que verdaderamente esto significa. Esta semana he estado al lado de unos padres destrozados por la situación de extrema gravedad en que se encontraba su hija. Necesitaba urgentemente un hígado para vivir. Las horas de angustia solo pueden expresarlas y sentirlas sus propios padres, a pesar de mi esfuerzo ahora juntando palabras para contarlo. Y, gracias a este país en que vivimos, esta joven empresaria extremeña, afincada en Madrid, seguirá siendo una emprendedora fuerte, que conquistará los nuevos retos que se proponga, porque tuvo la suerte, un día, de vivir en España, un país que no pertenece al G-20, pero es el primero, y el mejor, en saber mezclar la técnica y la generosidad de sus habitantes para algo, tan importante, como poder dar continuidad a la vida.