TEtran de La Granja y estaban buenísimos. Los había hecho Manoli , la cocinera del bar que está frente a casa. Se los había traído Alejandro Encinas , persona a la que tengo gran afecto y, al cabo de los años, vecino del barrio. Tiene ochenta y dos años y fue senador del Partido Popular por Badajoz. Le pregunto por sus pensamientos, por aquello que ocupa su mente. No quiere decir en qué piensa. Dice que eso le entristece. Prefiere los brindis. Entrechocamos las copas y, mientras doy cuenta de la tapa de judiones, recordamos retazos de su vida. Doctor en pediatría, Alejandro fue quien elaboró el proyecto de la ley de seguridad vial en la infancia.

Me cuenta el inicio de su amistad con Esperanza Aguirre y con González Pons . Tiene buenos recuerdos de su paso por el Senado. De eso sí quiere hablar, no de sus pensamientos. Recordar ciertas cosas es lo que le gusta, eso y los brindis. Como el que dio en el Palacio de Oriente en una comida con el Rey. "Por el misterio de las cosas que se presienten y no se ven. Por la tristeza de los amores que se han ido, y por todo aquello que amamos". El no quiere hablarme de sus pensamientos, pero yo doy vueltas a las palabras del brindis real. Inquietante es lo que no se ve pero es presentido; nostalgia, más que tristeza, es lo que sentimos por lo amores perdidos, y el miedo a una nueva pérdida es lo que de vez en cuando nos oprime.

Ya no quedan judiones. Hemos dado buena cuanta de ellos, entre charla, caña y buen vino. Solo brilla la grasa del exquisito guiso pegada al fondo de la cazuela, como el regusto que ha quedado, impregnándome la mente, después de despedirme de este exquisito y galante caballero. Médico infantil, senador y ahora, al cabo de los años, vecino. He querido recordarlo y contarles que, aunque retirado de sus actividades de antes, sigue aún con nosotros.

Por muchos años Alejandro. Hasta el próximo puchero.