Solucionados los problemas económicos del Cáceres Destino Turístico, llega la hora del baloncesto, pero también de la reflexión sobre lo que ha pasado y lo que puede pasar alrededor de un equipo rodeado de polémica e impregnado de una imagen dudosa en los últimos años. Los jugadores ya pueden centrarse en su trabajo, que es meter canastas y no estar preocupándose por si los demás cumplen. A la plantilla y trabajadores del club hay que agradecerles su eterna paciencia y su entrega por los colores, incluso en los peores momentos. Parece extraño que la mayoría de ellos sean de fuera de Cáceres, pero a veces pasan estas cosas.

La previsión del futuro es menos amable. Se percibe un cierto cansancio alrededor del baloncesto local, sin duda desgastado por varias temporadas terribles y con escenas poco gratificantes, tanto en lo deportivo como en lo social y lo económico. ¿Es el momento de un renacimiento, de empezar de cero intentando hacer las cosas bien al fin? Resulta difícil recuperar aquel espíritu del 10 de mayo del 92, fecha del ascenso a la ACB. La lectura más cruel es que el aficionado medio, ése que ha abandonado el equipo, necesita un escarmiento, echar de menos la élite durante un tiempo.