La ilusión de los más pequeños ante la llegada de los Reyes Magos suele ser desbordante, pero está en manos de los mayores que la carta dirigida a tan magníficos soberanos incorpore buenas dosis de sensatez. Evitar caer en la desmesura, diversificar el tipo de juguete, fomentar la igualdad y promover los juegos participativos son algunas de las recomendaciones para estas fechas. La sobreabundancia quizá consiga arrancar una primera exclamación de admiración, pero la fatiga llega rápidamente y esos juguetes que tanto brillaban en la televisión, pronto quedan relegados en un rincón. Los adultos habrán depositado en ellos tiempo y dinero, mientras que los pequeños habrán tomado sus primeras lecciones de consumo irresponsable. Estas fechas también son apropiadas para educar en el valor de las cosas. No es mejor juguete el más caro, sino el que aporta más diversión y durante más tiempo. Un juguete puede ser un mero capricho o la puerta a algo mucho más valioso. Puede despertar la curiosidad y la imaginación, aflorar inquietudes desconocidas, regalar momentos compartidos con toda la familia y, por supuesto, es una oportunidad para educar en la igualdad. Los juguetes no deben encerrar a un niño o una niña en el que se supone que es su rol de género ni reforzar estereotipos que la sociedad se esfuerza en superar. Al fin, el juego es imprescindible para el desarrollo, la estimulación y la socialización de la infancia.