Desde un calendario solidario hasta un unicornio para cabalgar sobre él. Desde un muñequito que cabe en una mano de niño de 5 años a una cazadora pintada a mano en apoyo de los manteros. La oferta de obsequios para estas fiestas es tan amplia como las motivaciones y los intereses que los impulsan, pero hay un elemento en común en todos ellos: la ilusión de regalar.

No solo los niños viven la Navidad con alegría. La industria juguetera espera el último empujón de estos días para superar los 1.600 millones de euros de facturación y recuperar el bache del 2018. Fueron varios los factores que confluyeron el pasado año y comportaron un descenso del 4,09% de las ventas, desde el cierre de Toys ‘r’ Us hasta la ausencia de películas de gran impacto en la cartelera. Las licencias de producciones de cine o televisión suponen entre un 20% y un 30% del mercado. Este año, las previsiones son especialmente optimistas. Toy Story 4, Frozen 2 y Star Wars Episodio IX colaborarán a impulsar las ventas. No solo el mercado nacional presenta buenas perspectivas, las ventas más allá de las fronteras se esperan que aumenten en más de un 8%.

¿Qué juguete será el más deseado? Habrá de todos los gustos y para todos los bolsillos. Entre los más asequibles, no faltarán los pequeños y simpáticos Superzings, unos muñequitos coleccionables que representan cosas o alimentos vestidos de superhéroes o supervillano. También las muñecas L.O.L volverán a triunfar. Y los clásicos seguirán imponiéndose. Desde las muñecas Nancy, los bebés llorones, los juegos de construcciones o los de mesa. Una combinación de rutilantes novedades y de juguetes que los padres recordarán de sus propias infancias. También la tecnología estará presente con un aumento significativo de oferta de robots. Sin duda son días de ilusión, pero también de estrés. Especialmente cuando en la casa hay pequeños dispuestos a sumar renglones a la carta a los Reyes Magos. Es importante recordar las advertencias de los pedagogos: un niño rodeado de un montón de regalos no siempre es positivo. La admiración por cada obsequio apenas dura el momento de rasgar el envoltorio y descubrir el interior. El afán vuela de un paquete a otro a ritmo vertiginoso. Pasado unos días, la mayoría de los juguetes acaban arrinconados. No se trata de demonizar los obsequios, más bien de aplicar un poco de sensatez a la desmesura.