WLwos juguetes son, en estas fechas, uno de los primeros objetos de consumo. Seguramente, ningún niño extremeño se quedará estas fiestas sin, al menos, un juguete. Porque es un producto usual y porque va dirigido a los más pequeños --es decir, a los consumidores más delicados y también a los más indefensos-- es por lo que hay que exigir que el juguete elegido cumpla su función de servir para el juego, la imaginación y la ilusión del niño con toda seguridad y garantía.

La proliferación de una industria barata del juguete, casi siempre hecho en países asiáticos y esforzándose por parecerse a los que más se anuncian en la televisión, ha supuesto una disminución de los parámetros de calidad y seguridad de los juguetes, hasta el punto de que la Dirección de Consumo y Salud Pública calcula que los juguetes con alguna pieza o alguna característica que los hace peligrosos se ha multiplicado por tres en el último año. Por ello ha puesto en marcha una campaña de vigilancia para que los consumidores adquieran juguetes seguros. Pero, además de estas campañas oficiales, es necesario que quienes compran extremen la precaución y se asesoren bien, porque será la única forma de no arriesgarse a convertir un juguete en un problema.