Fiscal

Desde su celda española Ricardo Miguel Cavallo alienta a su pesar las esperanzas de la humanidad. Nuestra ley, como otras, contempla ese milagro de solidaridad: las víctimas de las violaciones más graves de los derechos humanos pueden buscar la protección de los tribunales en cualquier lugar del mundo. Retengan esas dos palabras: jurisdicción universal. Significan que la civilización se conjura para perseguir la barbarie hasta el último confín de la tierra.

Es la justicia de las víctimas, la que disgusta por igual a Castro y a Kissinger; la jurisdicción que Rumsfeld acaba de exigir a Bélgica que derogue; la que nos ha permitido acabar ahora lo que quedó interrumpido con Pinochet; la que Aznar parece querer derogar incluso antes de que Bush se lo pida.