Los valores de respeto, convivencia y entendimiento mutuo, han sido principios fundamentales del espíritu humano en el desarrollo de cualquier sociedad civilizada. En este contexto todos los ciudadanos, como sujetos de derechos y obligaciones, somos responsables de la asunción, defensa y promoción de estos valores universales. Así la juventud, definida como un estado mental transitorio, supone ser testigo de la historia compartida, al tiempo que protagonista de un futuro aún por conquistar.

Aunque los jóvenes españoles actualmente sobreviven, en una abundancia de bienes y servicios, oportunidades y posibilidades, que jamás hubieran soñado sus padres, día a día nos enfrentamos a una sociedad tremendamente competitiva y en permanente cambio, que está provocando una pérdida de roles identitarios y vínculos estables, cuyos históricos déficits estructurales suponen aún fuente de conflicto y desigualdades, a la hora de acceso a una vivienda, un empleo de calidad, o la igualdad de trato sanitario.

En esta nueva sociedad que estamos consiguiendo y por la que es necesario apostar, dentro del contexto de las nuevas tecnologías, el desarrollo de las sociedades urbanas y las posibilidades que abre el acceso universal a la información, con su halo de modernidad y oportunidades, los jóvenes con discapacidad soportan aún graves carencias para su desarrollo, presentando claras situaciones de exclusión y desigualdad cuando analizamos la discapacidad en el medio rural, en el acceso a la educación de calidad, el ámbito de la sexualidad o la discriminación aún latente, hacia los jóvenes que padecen una enfermedad mental.

XRESULTA ASIx nuevamente y siempre necesaria, la conquista de la participación e integración social de los jóvenes en la sociedad, como artífices y herederos de nuestro propio futuro, provocando procesos de diálogo con los poderes públicos y agentes sociales que desarrollen y apliquen los principios de no discriminación, igualdad de derechos, de trato y de oportunidades para todos los ciudadanos que, al mismo tiempo, nos evite ser considerados personas invisibles en el tránsito hacia una vida independiente y normalizada.

Somos los propios jóvenes, con y sin discapacidad, así como las organizaciones de personas en que se integran y sus familias, quienes debemos garantizar y reclamar nuestros derechos creando información, conciencia y opinión, sobre nuestras demandas y necesidades reales, al margen de persuasivos discursos publicitarios, para eliminar cualquier barrera, física o mental, que dificulte el ejercicio de la plena participación, representación y ciudadanía de los jóvenes en la construcción de una sociedad para todos. Porque otro mundo es posible y también necesario, los jóvenes no podemos conformarnos con lo que ya se ha avanzado, cuando podemos hacer evidente y mejorable, el esfuerzo personal y social por la aplicación de estos valores, plenamente compartidos y presentes en la juventud española y europea, dentro de la cultura universal de respeto, paz, libertad y derechos humanos que todos deseamos, para el futuro que representamos.

*Presidente de la Comisión Nacional de Juventud con Discapacidad de CERMI