TAtcabamos de conocer el estudio de la Fundación SM denominado "Jóvenes españoles 2010". Para cualquier joven, padre, profesor o político, los datos son demoledores, nos deberían hacer reflexionar y, sobre todo, actuar. Resulta desolador ver cómo se están frustrando la ilusión, las expectativas y el futuro de miles de jóvenes. Decía Kofi Annan que "los jóvenes no solamente son los líderes del mañana sino los aliados de hoy. Una sociedad que aísla a sus jóvenes, corta sus amarras y está condenada a desangrarse". España y Extremadura se desangran, multitud de jóvenes copan las listas del paro. Quieren trabajar, ayudar a superar la crisis, contribuir al desarrollo económico y social pero, lamentablemente, no pueden hacerlo porque solo encuentran zancadillas en el camino y puertas cerradas.

Este estudio no ha hecho más que confirmar algo que ya sabíamos y que es un clamor en la calle; la desconfianza de los jóvenes en el "sistema" y el descrédito frente a quien tiene que gobernar, articular medidas y poner soluciones encima de la mesa. Tener a un 50% de nuestros jóvenes en paro es algo inadmisible.

Falta autocrítica, valentía para asumir errores y arrojo para adoptar medidas. Algunos, en la poltrona gubernamental, consideran que es más fácil cerrar los ojos, obviar a los jóvenes, mirar para otro lado y aplicar aquello del "ojos que no ven corazón que no siente" pero, así, ni se soluciona esta situación ni se resuelven los problemas. Muchas cosas tienen que cambiar, muchas cosas no pueden seguir igual porque vamos de mal en peor. Los jóvenes se sienten como "cobayas electorales" cuando ven y comprueban que se les promete de todo en campañas electorales y tras éstas, "si te he visto, no me acuerdo". En tan sólo 6 años de Gobierno de Zapatero se han conseguido tres generaciones en España: la mileurista, la Ni-Ni y la generación perdida.

Algunos deben grabarse a fuego, no limitarse a decirlo, que no podremos salir de esta crisis sin el entusiasmo de la juventud, sin sus aportaciones, fuerza, ahínco, empeño, tesón, perseverancia, espíritu de lucha, frescura, atrevimiento y energía. No hay que arrugarse ni resignarse ante este sombrío panorama, las cosas pueden y van a cambiar. Los jóvenes van a ser los aliados y agentes del cambio social que este país va a experimentar cuando Zapatero abandone su cómodo sillón presidencial.