Kevin Lamont Thompson, con su imponente planta de 209 centímetros y 117 kilos, es una de las esperanzas del Cáceres para salir de la zona de descenso y permanecer una temporada más --si la economía lo permite-- en la máxima categoría del baloncesto español. Ahora que su club le busca un acompañante bajo los tableros, Thompson (Winston Salem, EEUU, 7-2-1971) se debe estar dando cuenta de que ha aparecido en el peor lugar, en el peor momento, pero aún así su profesionalidad no se ha resentido ni un ápice. Subyugantes han resultado sus dos últimas actuaciones, en las que ha mejorado considerablemente la aportación de su antecesor, Bobby Martin.

Thompson parecía estar destinado a Cáceres por algún motivo extraño. Impresionó cuando se enfrentó a los extremeños hace siete años, en una eliminatoria de la Copa Korac con el Illy Trieste. Era 1995 y un año antes había vivido un fugaz paso por el sueño de todo baloncestista, la NBA, en la que apenas disputó una treintena de partidos con Portland Trail Blazers. Tras compartir vestuario con mitos como Clyde Drexler, hizo carrera en Europa, con preferencia por Italia (Trieste, Pésaro, Reggio Calabria e Imola). Su última aventura antes de Cáceres fue en Turquía, donde también ha cumplido con creces en sus dos etapas (Besiktas --designado mejor jugador del año 98-- y Oyak Bursa).