Ese anuncio en el que invitaban a hacer un kit kat en el día, tomarse un descanso, refleja bien la situación que estamos viviendo por la crisis del coronavirus. Pero este kit kat es a lo grande, un paréntesis en la vida diaria.

Fuera de las cuatro paredes de quienes se quedan en casa parece que el tiempo se ha detenido. Sobre todo para quienes no pueden ir a trabajar ni teletrabajar ni tienen hijos en edad escolar. A estos les toca hacer un ejercicio de inventiva para pasar las horas sin que el confinamiento haga mella psicológicamente.

Quienes tienen que ir a trabajar pueden salir a la calle, pero las calles ya no son las de siempre y quienes han podido optar por el teletrabajo están comprobando los pros y contras de este sistema laboral.

Lo de compaginar el teletrabajo con hijos pequeños puede ser misión imposible sin ayuda y, si están en edad escolar, seguramente estén notando menos el confinamiento porque Educación ha dado pautas para que los profesores continúen enviando tareas, como si las clases continuaran. Hay que valorar el esfuerzo de los docentes, cada uno en su vivienda y con sus medios tecnológicos y también el de los padres, que intentan abarcarlo todo sin que los hijos queden descolgados y el de los propios estudiantes que, sin poder salir de casa, tratan de adaptarse a la nueva situación. No obstante, lo novedoso de esta situación y la intención de que el curso no se pierda están llevando en algunos casos a un exceso de tareas y al agobio de padres e hijos. Poco a poco, han pedido y los docentes están respondiendo.

Esto es nuevo para todos y, como siempre, quienes más lo sufren son los mayores y personas de colectivos vulnerables. A esos es a los que más hay que proteger, tanto física como psicológicamente. Y a los sanitarios, un escudo protector de todos que clama por tener más medios para no contagiarse todos. Administraciones, déjense la piel por ellos, en lugar de censurarles cuando se quejan. Estamos en sus manos.

Lo que es incontestable es que esta crisis sanitaria está sacando lo peor y lo mejor de cada uno y como sociedad. Lo peor, como los robos de material sanitario, lo mejor, las múltiples iniciativas ciudadanas, desde aplausos a elaboración de mascarillas o ambientación musical vecinal para amenizar las jornadas, pero sin pasarse, que está muriendo gente. Esta situación también nos está enseñando el verdadero significado del carpe diem, no queda otra. Mejor no pensar en el futuro y seguir levantándose cada día.

*Periodista.