Buñuel en el laberinto de las tortugas de Salvador Simó es en la animación extremeña como el Akira de Katsuhiro Otomo para el cine japonés. Habrá un antes y un después de esta película en la que el talento extremeño rezuma por cada fotograma.

He de confesar que ya sentía admiración por la novela gráfica del cacereño Fermín Solís. La traslación al cine y al color de su universo se ha hecho de forma coherente y hace disfrutar al espectador desde el primer minuto del filme. Y no era nada fácil la historia, ni el tema: El universo de Luis Buñuel y su no siempre bien comprendida mirada a la comarca de las Hurdes plasmada en la película Tierra sin pan. Cine dentro del cine.

La acción comienza en París, donde las vanguardias artísticas bullían en torno a un surrealismo que Dalí lideraba. Buñuel aparece como el ‘niño malo’ de este movimiento envuelto en la incomprensión.

La cinta de animación redescubre la figura un amigo de Buñuel, el escultor y pintor Ramón Acín, quien tras ganar un premio en la lotería decide financiar un trabajo complejo en el lugar más inhóspito del continente europeo. Por cierto que Acín desaparecería y volvería a aparecer de los créditos de la cinta tras ser fusilado por anarquista.

Muy interesante es la recuperación del Buñuel niño, su tormentosa relación con su padre y las ensoñaciones surrealistas que trufan esta joya de los dibujos animados.

Otro acierto del filme es que incluye algunos fotogramas de la película original, aunque sin ‘destriparla’, lo que sin duda aumenta el interés de los aficionados al séptimo arte. Además la banda sonora de Arturo Cardelús es una delicia que apuntala la epopeya narrativa.

No soy experto en cine, pero auguro un gran futuro para Buñuel, en el laberinto de las tortugas. Lo que siento es que haya sido la presión popular la que haya obligado a su proyección en salas convencionales. Algo va muy mal en este país cuando esta maravilla queda vedada tan solo a unos pocos ojos privilegiados. Refrán: Una película de éxito es aquella que consigue llevar a cabo una idea original. (Woody Allen)