Según las últimas encuestas, en torno a cuatro millones de mujeres no tienen aún decidido su voto para las próximas elecciones.

Cuatro millones son muchos votos, muchas papeletas capaces de dar la vuelta a un resultado y aupar al poder a quien no lo esperaba, o al contrario. No es difícil adivinar por qué tantas mujeres están indecisas.

Si hemos estado esperando medidas contundentes, ningún partido ha reaccionado a tiempo. Por eso ahora andan asustados, salvo Vox, cuyos votantes son mayoritariamente varones, siempre que hagamos caso a las encuestas y al sentido común, dos cosas de las que apenas puedes fiarte últimamente.

Por lo visto, las mujeres se decantan más por el bipartidismo, o sea, Partido Popular y PSOE, aunque esto se aprecia en la franja de edad por encima de sesenta y cinco años. Habrá que ver qué piensan las nuevas votantes, porque una de cada cuatro menores de treinta años aún no ha decidido en quién depositar su confianza, y también habrá que contemplar si cambian su intención las votantes mayores, hartas de tanta palabrería y tan poco hecho.

Andan asustados los políticos, desde los que no veían necesario legislar teniendo en cuenta la brecha salarial, a los que parecen más concienciados, y poco o muy poco han trabajado a favor de las mujeres.

Quizá la prueba de que se está consiguiendo algo, sea ese miedo, esa preocupación por impulsar medidas rápidas y a veces alocadas.

Ladran, Sancho, señal que cabalgamos, es una frase atribuida a Cervantes, puesta en boca de don Quijote, aunque parece que es mucho más antigua, y no aparece siquiera en el libro.

Puestos a elegir, a mí no me importaría que fuera don Quijote el que hubiera pronunciado la frase. Un loco cuerdo o un cuerdo loco que no duda en defender lo que cree justo.

No estaría mal como lema. Avanzamos a pesar de las críticas, los impedimentos, los obstáculos. Y ponemos nerviosos a los que nos van a gobernar.

Si de ese nerviosismo y esos ladridos salen medidas que nos beneficien a todas, es algo que habrá que ver.

Por lo pronto en eso andamos o cabalgamos, cada una a su ritmo, con más fuerza que nunca.