No, no me voy a referir al burlesco soneto de Quevedo que lleno de elementos escatológicos evoca las cuatro edades de la vida.

Quiero referirme a la Cumbre celebrada en Nueva York para renovar los Objetivos del Milenio y luchar, entre otros objetivos más, contra el hambre y la mortalidad infantil de los países pobres, y que Zapatero califica de justo y lógico que se pida un "pequeño esfuerzo" a las instituciones financieras. ¿Pequeño esfuerzo, cuando en el Planeta hay más de 1.000 millones de criaturas atrapadas en la miseria, donde la mayoría de ellas no sobrepasan los cinco años de edad por culpa del hambre y la ínfima atención sanitaria?

Cuando los altos mandatarios se reúnen alrededor de una mesa para dar una solución al grave problema que padece el género humano y huyen de asuntos espinosos, hablar de pequeño esfuerzo me suena a lágrimas y caca. Lágrimas, las de todos los que están hundidos en la miseria. Caca, la de los bostezos y cortos progresos de los que componen la Cumbre.

Lo que sí ha considerado muy importante nuestro ZP es la fotografía dándose la mano con el monarca alauí. Pero da la impresión de que el presidente del Gobierno, en ligera sensación de vacío, se aferra a la mano del sultán como el niño que se agarra a los pantalones de su padre en su poca personalidad. Además esto contrasta con su idea y odio hacia las dictaduras como ha demostrado en España, derribando con ahínco las estatuas a caballo o sin caballo de nuestro dictador, no queriendo dejar ni sombra de que existió, y sin embargo no tiene reparo en airearse con tal saludo junto a otro dictador que se burla de los derechos humanos de las personas. Y él lo considera muy importante sólo por llevarse bien con su vecino de frontera.

Viendo estas cosas, es difícil interpretar la vida esta mañana. Y me integro a las voces que piden ¡Elecciones anticipadas ya!

José Gordón Márquez **

Azuaga