TDtiscurren los acontecimientos, con tal alud de incógnitas, que urgen despejarse, para superar este frenesí que tumba gobiernos, arrumba políticas e introduce incertidumbres. Situación que, de no remediarse, puede estar cerca el día en que estalle ese ¡sálvese quien pueda! , lo que implicaría nuevo diseño de la eurozona, con países de dos velocidades, con Alemania y Francia, como núcleo duro de todo el tinglado. La Europa de hoy viene a ser como un gran buque a la deriva, pilotado por dos capitanes, que hacen ímprobos esfuerzos para llegar a puerto, tras sortear enormes tempestades y taponar sus vías de agua. Pero si esto no se consigue, tendrán que soltar lastre. Mientras, las bolsas se hunden y la prima de riesgo sube cual cohete de feria, cuya traca hundió a Papandreu y a Berlusconi , con una España que se toca sus costuras. Empero, siguen los debates sin soluciones, comportándose como furiosos relojes parados , según el verso de Miguel Labordeta .

Este país está dentro del statu quo descrito, pues juega en el mismo tablero de ajedrez y, sin el mono de trabajo 5 millones de españoles, junto a otros quebrantos, como las agresiones a la convivencia, atropellos a instituciones básicas, el turbio zarpazo de la corrupción que no remite y la zozobra de los grandes ajustes que habrán de venir. Y contempla una justicia politizada, o emponzoñada, por esos sicarios del terror que se mofan del tribunal que los juzga. Y, en esta campaña, las redes sociales se erizan de dicterios, con videos que saltan por cima del respeto exigido. Ante tales escombros, como los reflejados en "Estos, Fabio , ay dolor, que ves ahora-", me interrogo: "¿dónde está la lámpara de Diógenes para hallar algo bueno?". Mas pienso que mientras haya una ONG que baje al pozo de la miseria, que unas marcas retiren campañas publicitarias de algún programa de TV, que la joven, abandonada, desee parir a su hijo, que los comedores sociales acojan a descamisados, que se erradique la droga y que la familia se erija en el centro de todo- no todo está perdido. Aunque el separatismo vasco desprecie lo de Ortega y Gasset , en su España invertebrada: "Los grupos que integran un Estado viven juntos para algo, en comunidad de propósitos y grandes utilidades". Mas ellos están en la fantasía de su Euskalerría, a la que no renuncian, como acaban de proclamar, con torpe arrogancia, a través del diario Gara .