Es una frase que oímos todos los días. Pero aún existen muchos lugares del mundo donde este simple gesto, lavarse las manos, supone un problema.

Y es que la garantía del suministro de agua en cantidad y en calidad suficientes es una premisa básica para el desarrollo de cualquier sociedad y para la lucha contra la desigualdad, la pobreza y las enfermedades en cualquier parte del planeta. Esta afirmación cobra en estos días más sentido que nunca. En un país como el nuestro disponer de los servicios básicos a los que el ciudadano está acostumbrado resulta fundamental para mantener el nivel de bienestar diario que nuestro entorno exige y por el que paga.

Y si hay un servicio básico que no puede faltar es el del agua doméstica. ¿Se imagina alguien los días de confinamiento e incertidumbre sin agua corriente en las casas? Creo que es algo en lo que nadie ha reparado. Y la razón es muy sencilla: el servicio de gestión del ciclo del agua es uno de los servicios públicos que mejor funciona en España. Casi nunca falla. Todas las empresas, todos los operadores públicos o privados, que trabajamos en este sector desarrollamos nuestras funciones con la máxima implicación, conscientes de la responsabilidad que conlleva la prestación de un servicio público de primera necesidad como el del ciclo integral del agua.

España cuenta con empresas como la nuestra, consideradas entre las líderes mundiales, cuya vocación hace posible ofrecer un servicio excelente. Hablamos de compañías tecnológicamente muy avanzadas, especializadas, que llevan años invirtiendo en programas de I+D+i y aportando soluciones eficientes y sobre la base siempre de la sostenibilidad financiera, social y medioambiental. Lo que ha llevado a España a ser un referente mundial en gestión del agua. Otro campeonato del mundo que hemos ganado.

El sector del agua urbana es el paradigma, en positivo, de la colaboración público-privada. Las empresas nos presentamos a concursos lanzados por la administración y, una vez elegidas, trabajamos en la gestión del día a día de este servicio público básico. En nuestro rol de aliados técnicos y especializados del sector público nuestra actividad se desarrolla en constante coordinación con las administraciones, que son las titulares de los servicios. Esta conexión de lo público y lo privado, por su fortaleza en todos los sentidos, adquiere especial importancia en los momentos más críticos. Así lo hemos visto en circunstancias como incendios, inundaciones, temporales y en cualquier otra crisis imaginable (no solo las directamente relacionadas con el agua) que requiera un esfuerzo conjunto para superarla.

Esta actitud de «todos a una» quizá sea la primera de las tres razones que, en mi opinión, permiten explicar por qué, pese a enfrentarnos a la emergencia más grave de las últimas décadas, los servicios ligados al agua urbana apenas se están resintiendo. Las diferencias de criterio -que las hay-- entre los actores que intervenimos en el ciclo del agua han quedado aparcadas en tanto la sociedad no alcance la victoria frente al enemigo común: el covid-19.

Hay un segundo elemento fundamental para explicar el éxito operacional en la gestión de los servicios de agua: los equipos humanos de las empresas que los prestan. Hablamos de un colectivo que supera los 25.000 hombres y mujeres con una alta especialización y, por encima de todo, con una vocación de servicio inquebrantable. No son héroes pero, en las circunstancias actuales, sí profesionales altamente comprometidos y con un único objetivo: aliviar la situación sanitaria brindándole a la ciudadanía la continuidad de los servicios de agua. O lo que es lo mismo, poder lavarse las manos cuantas veces sea necesario, un vaso de agua del grifo que alivie la sed, una reconfortante ducha al final de la jornada, o la posibilidad de ocupar el tiempo libre frente a los fogones con una receta nueva. Todo eso es lo que nuestros compañeros nos están facilitando a diario: tranquilidad, bienestar, confianza, paz.

La adopción de rápidas medidas para combatir las crisis, es la tercera de las razones que ofrezco para explicar que, pese a todo, la eficiencia de los servicios se esté manteniendo en un altísimo nivel. El sector sabe de su carácter «esencial» y por eso activó un buen número acciones desde el comienzo de esta pesadilla, incluso antes de que se decretase el estado de alarma. Los planes de contingencia implementados incluyen medidas higiénico-sanitarias, operativas, laborales, de atención a los usuarios y también sociales. Estas últimas tienen como objetivo asegurar los servicios del ciclo integral del agua a todos los ciudadanos, especialmente a los más vulnerables. No es una novedad, puesto que en la práctica totalidad de los municipios españoles existían ya, antes de la crisis, mecanismos de acción social que cubren, parcial o totalmente, el coste de los recibos de agua de aquellos colectivos que no pueden pagar la factura. En la situación actual las empresas operadoras hemos decidido motu propio suspender todos los procesos de corte de suministro mientras se mantenga la actual situación.

Hoy más que nunca, pero como siempre, los profesionales del agua tratamos de ser útiles a la sociedad con nuestro trabajo diario: garantizar que los ciudadanos dispongan de agua de calidad, de un saneamiento limpio, de soluciones en caso de incidencias y, en definitiva, de un servicio cercano. Que el servicio del agua urbana sea una solución, no un problema.

*Director de la Delegación de Extremadura

de Aqualia.