Como modesto observador de la actualidad informativa, contemplo que, muy a menudo, a sucesos o acontecimientos de parecida trascendencia, o gravedad, se les da un tratamiento informativo muy diferente en función de quiénes sean sus protagonistas.

A veces, me da la sensación de que se tiene la piel muy fina cuando se trata de juzgar las acciones u omisiones de ciertas personas, o grupos de personas, y que, sin embargo, la epidermis se endurece, hasta llegar a ser como la de un rinoceronte, cuando se trata de valorar asuntos del mismo cariz, pero protagonizados por otros sujetos.

Es lógico y normal que, a cualquier ciudadano, la mirada se le torne tierna cuando se fija en personas con las que le unen ciertos vínculos, querencias, valores o vivencias. Pero de los periodistas se espera algo más. Deben alejarse de sus pasiones, manías, creencias e ideología para exponer los hechos, crudos y sin aliños. Y esto, últimamente, no viene siendo así, sobre todo en televisión.

Hay barricadas desde las que, a diario, se bombardean, dialécticamente, unos cuarteles, mientras que a otros se envían viandas, poemas y agasajos florales. A veces, es tan escaso el disimulo del trato dispar que se dispensa a unos y otros que la cosa llega a dar un poco de vergüenza ajena, por lo zafio que resulta todo.

Podría entenderse una rigidez generalizada, o una laxitud universal, en los juicios emitidos. Pero lo que no es admisible, lo que provoca el bochorno y el descreimiento, es la dureza o suavidad utilizadas en función de sobre quien se pose la lupa. ¿Dónde se hallan los límites de lo permisible? ¿En qué nivel han de establecerse los listones de exigencia? ¿En qué momento se deben exigir responsabilidades? ¿Se pueden equiparar un presunto acto inmoral y una ilegalidad flagrante y demostrada? ¿Es más grave la inflación de un currículum o el desfalco, probado, de unos 800 millones de euros de dinero público en Andalucía? Son preguntas que habría que empezar a responder, entre todos, para evitar que se produzcan cruentos martirios e imperdonables evasiones.