Como creyente en Dios, animo a la Conferencia Episcopal y a los miembros de las cofradías que pretenden salir en Semana Santa luciendo un lazo blanco para protestar por la futura ley del aborto que salgan con muchos lazos de múltiples colores.

Por los pequeños que fallecen porque no tienen acceso al agua potable en Asia, Africa y América, por los infantes que mueren de hambre, por los niños soldados matados en combate o fruto de vejaciones, por los que mueren de sida, por los niños masacrados en Gaza... y, ¿por qué no? Por tantos adultos que sufren y mueren también; por las mujeres africanas que mueren en el parto; por los adultos que mueren de sida; por los desaparecidos y ejecutados extrajudicialmente en Colombia y otros países latinoamericanos; por quienes fallecen por no tener acceso a comida, agua y medicinas; por los niños y las mujeres que se pudren en las maquilas; por los niños y los hombres que se arrastran y enferman sacando coltán de las tierras del Congo; por las familias de Asia y América que malviven y mueren hambrientas al lado de campos de soja cultivados para la exportación... ¡Son tantos los lazos que habría que lucir por todos estos asesinatos y violaciones del derecho a la vida y a la dignidad!; sí, asesinatos fruto del sistema (y de los que de alguna manera somos cómplices).

Saquen lazos, sí, saquen muchos lazos hasta hacer una bandera multicolor. Saquen lazos por lo que fue parido y se le quitó la vida injustamente, por los niños que permitimos que mueran impunemente delante de nuestras narices por causas perfectamente evitables, y que no se evitan porque no hay voluntad ni ganas ni misericordia.