TEts curioso observar cómo las pautas de comportamiento de las aves cambian, vinculándose a determinados hábitos humanos. El gorrión, ante el retroceso del cultivo de cereales se ha ido haciendo urbano y se las ingenia para buscar su sustento. No es raro verlo merodear cerca de las terrazas de los bares esperando alguna miga de pan. Las palomas, antes viajeras infatigables, han colonizado hasta el más mínimo hueco de las fachadas de edificios civiles y religiosos.

Santa Clara es un buen ejemplo de ello. La superpoblación hace que se extiendan hacia las torres de Cornudilla y aledaños. Ya comienzan a ser un problema para algunos vecinos. De las cigüeñas ya lo sabemos todo, incluso una historia de amor imposible de un marabú que se vino hasta Malpartida siguiendo a su amada o amado. Pero lo que me ha llamado la atención es cómo relacionan la gallinas de la granja del cole el timbre del recreo con la comida que les proporcionan los chavales apostados tras la alambrada. Ora una lechuguilla, ora un trozo de pan, unos gusanitos, unas pipas...

Pero cuando suena el timbre de vuelta a clase, es una brigada infatigable de gorriones la que deja el patio impoluto de restos de bocatas y chuches.

*Maestro