THtechos y no palabras. El Tribunal Supremo proclama como incontestable verdad judicial la naturaleza terrorista del brazo juvenil de ETA: Jarrai, Segi, Haika. El nombre es lo de menos, porque aquí la semántica también fue utilizada por los cachorros de ETA como un intento de burlar la legalidad. Pero, a lo que íbamos, estas noticias reconcilian al ciudadano con el funcionamiento del sistema, sobre todo en estos momentos de tribulación, a causa del enfrentamiento entre las dos principales fuerzas políticas de ese sistema.

Justamente el último episodio del enfrentamiento se ha desencadenado porque el PP propone, entre otras cosas, el máximo rigor judicial contra ETA y su entorno. En este caso el Tribunal Supremo, que de paso le da una lección a la clase política, hace una excelente interpretación del principio que aboga por la conveniencia de acompasar las decisiones judiciales al contexto socio-político en el que se producen.

De acuerdo. Al menos esta vez los tribunales han hecho lo que reclama el contexto: aplicar el máximo rigor legal a quienes de nuevo acaban de demostrar que no están por la renuncia a la violencia. Y para descargar el peso de la ley sobre esta gente no ha sido necesario debatir las cinco proposiciones no de ley del PP que, en esencia, vienen a pedir lo mismo. Con la diferencia de que el Supremo ha actuado con normalidad, mientras que la escenificación parlamentaria de un debate donde el PP aparecería sólo --y así va a ser si no cambian las cosas en los próximos días--, solo servirá para administrar a los ciudadanos una nueva dosis de decepción de la clase política.

¿Aislamiento del PP? Es el nuevo capítulo de la bronca con el PSOE. El hambre y las ganas de comer (hambre de poder, se entiende). Ninguno de los dos desea la unidad porque, como dice Maite Pagaza , militante socialista vasca y presidenta de la Federación de Víctimas, ambos han decidido subordinar la política antiterrorista a sus intereses de partido.

La más reciente consecuencia es esta aberrante situación. Se trataba de aislar a los terroristas y al final vamos a acabar aislando al PP. Por encima de cualquier proceso de asignación de culpas, algo irrelevante frente a la importancia del desafío, la anomalía es clamorosa: se iba a formar un frente antiterrorista y resulta que se ha formado un frente anti-PP. O una absurda posición del PP frente a todos, que para el caso es lo mismo.

Me temo que los principales actores de la vida política nacional, condicionada una vez más por ETA, están cómodos en esta extraña deriva que han tomado las cosas. Cuanta más distancia, mejor. Para que nadie confunda sus respectivas apuestas, cuando lo suyo es que se confundieran, sobre todo para los terroristas, de modo que fuese indiferente para ellos su formulación desde el Gobierno o desde la oposición.

*Periodista