RECONOCIMIENTO A VARA

Así, sí

Ricardo Hernández Martín

Cáceres

Si todos los políticos fuesen un libro y en él decidiésemos encontrar a aquel que en los últimos tiempos hubiese podido decir algo coherente y que hubiera decidido jugar con toda su baraja sin marca alguna, seguramente iríamos estrellando nuestra mirada contra sus páginas sin encontrar nada en lo que poder intuir ni el más mínimo viso de sinceridad. He de reconocer que yo no buscaba ni mucho menos dicha coherencia sincera o una sinceridad coherente, llamémoslo como queramos; el caso es que ayer, visitando el blog de Guillermo Fernández Vara (http://elcuadernodeguillermo.blogspot.com/ ) me encontré sin buscarlo con algo que ya creía casi extinto en la política nacional y no es más que el hecho de afrontar las situaciones tal y como son, sin intentar camuflar con neblinas embaucadoras los acontecimientos y problemas que nos acechan y contra los que no caben ni disimulos, ni miradas acusadoras, ni silbidos exculpatorios. El texto del presidente decía textualmente: "Yo me presenté a las elecciones ofreciendo miles de empleos y ahora estoy cada mes reconociendo miles de desempleos. Eran circunstancias distintas pero éramos los mismos. Cuando las cosas iban muy bien todo el mundo se apuntaba al carro del éxito. El éxito tenía muchos padres. Presidentes de gobierno, de comunidades autónomas, de diputaciones, alcaldes. En el PSOE por lo que estábamos haciendo, en el PP por lo que habían hecho. Todos éramos padres del crecimiento. El fracaso parece ser un gran huérfano".

Creo que si somos capaces de dejar de lado los ideales políticos que cada uno pueda tener, reconoceremos que esto es lo mínimo que se le puede pedir a aquellos que dirigen nuestros destinos (políticamente hablando), que como el alcohólico o el ludópata en el centro de rehabilitación, se comience por reconocer el problema. Por la parte que me toca como ciudadano, yo se lo agradezco, don Guillermo.

CARTELES Y CRISIS

Hagamos oposición,pero con sentido

Juan Carlos Nieto Conejero

Mérida

En estos momentos económicos tan convulsos, con la expectativa de acabar el año con más de 4.000.000 de parados, me parece una falta de sentido común cómo desde el principal partido de la oposición se está criticando la inyección económica que desde el Gobierno central se destinará a las arcas municipales para efectuar obras públicas, que a la vez de mejorar el bienestar de los ciudadanos generen puestos de trabajo.

Me parece una falta de sentido común cómo se está criticando, que no la crítica en sí, que a mi modo de ver hay muchos motivos para hacerla: me refiero a que el único filón que han encontrado desde la oposición para criticar han sido los famosos cartelitos que han de acompañar a todas las obras que se hagan con estos fondos públicos, achacando el gasto que ello conlleva y que ese dinero se podía emplear en otras cosas.

Quien utiliza este absurdo argumento como crítica ignora malintencionadamente que todas las obras públicas, absolutamente todas, desde que tengo uso de razón (y ya son unos cuantos años) han ido acompañadas por el correspondiente cartelito de la administración competente: véase cualquier obra pública de nuestras ciudades, da igual el partido que gobierne, en la administración que sea, que el cartelito, como toda la vida ha ocurrido, está ahí.

Por otro lado también me parece demagogo no querer ver que la instalación de esos carteles también generan empleo, que, creo es de lo que se trata.