APOYO AL AVE

La historia de los trenes se repite

Joaquín García Mayo

Alburquerque

El pasado día 2 me sorprendió una noticia que publicaba el Periódico Extremadura. Alcaldes extremeños y lusos firman un pacto para exigir a Portugal que no paralice el AVE y con ello la paralización del desarrollo industrial de Extremadura y del Alentejo portugués. Una noticia que me recuerdan los tiempos de mediado del siglo pasado cuando cientos de miles de extremeños tuvimos que emigrar de la tierra donde habíamos nacido en busca de un mundo mejor para nuestras familias.

Nací en Alburquerque y hace 45 años por necesidades de la vida tuve que emigrar como lo hicieron otros cientos de miles de extremeños. Y lo tuvimos que hacer porque los políticos de la época no apostaron por el desarrollo industrial de nuestra región, más bien apostaron por el desarrollo de otras regiones aportando mano de obra para el desarrollo industrial y tecnológico de otras partes de España. Incluso en algunas localidades como la de Alburquerque los mandamases de la época se opusieron a que llegara el tren a esta localidad, porque decían que los trenes de carbón quemaban los campos.

Ahora comparto mi vida entre el pueblo de mis raíces y la localidad de Getafe en la que estoy empadronado, me siento muy orgulloso de ser extremeño pero no de los políticos de nuestra región que no apoyaron con su presencia el pasado 2 de septiembre el pacto entre alcaldes extremeños y lusos para exigir a Portugal que no paralice la llegada del AVE.

¿Existirá alguna relación causa efecto de la negación de apoyo al AVE, en el 2009, con los que se opusieron en la década de los 50 a que llegaran el tren de mi pueblo, con el argumento de que los trenes de carbón quemaba los campos?

CRITICA A PAREJO

¿Dónde estaba usted?

Antonio M. Olivas Salguero

Mérida

Ha sido una pena para Extremadura que el señor Parejo, secretario de Organización del PP en la región, no estuviera en la primera línea política de su partido en nuestra comunidad. Es una pena que el señor Parejo no se pudiera revelar contra su partido capitaneado por el señor Aznar, en defensa de Extremadura, cuando en el año 2000, para infraestructuras ferroviarias, nuestra región recibió 897 millones de las antiguas pesetas de los 45.589 millones presupuestados para ese año en todo el país. incluso el Ministerio de Fomento del señor Aznar, utilizaba material de segunda mano para reparar las líneas extremeñas, por ejemplo, entre Zafra y Jerez de los Caballeros.

¿Dónde estaba usted cuando el ministro de Defensa del señor Aznar quería cerrar el acuartelamiento Santa Ana de Cáceres?

¿Se acuerda de cuando prometían los hospitales de la Siberia y de Tierra de Barros sin estar siquiera presupuestados? Un brindis al sol de engaño a los extremeños.

¿Y qué me dice señor Parejo cuando desde su partido garantizaban la reapertura urgente de la línea férrea ruta de la Plata, entre Plasencia y Salamanca?

¿Dónde se encontraba usted cuando en los Presupuestos Generales del Estado del 2004, el Gobierno del señor Aznar asignó a Extremadura 397,73 euros/habitante, cuando la media nacional era de 557,12, es decir, un 30% menos.

Creo que con sus intervenciones saca los colores al PP.

MAS ATENCION

Los médicos de antaño

Julio Gutiérrez Escrivano

Coria

Cómo se echa de menos la atención médica de antaño. Cuando yo era niño recuerdo perfectamente a varios médicos de los que se llamaban entonces de cabecera . Esto viene a colación porque tengo nostalgia de aquellos médicos, quienes desinteresadamente se preocupaban por el paciente fuera adulto o niño, y aunque lloviese, tronara o hiciese un calor de mil demonios a la mínima los tenías en tu casa , aunque fuese una simple calentura.

Hoy, por contra, y exceptuando a profesionales muy honrosos que los hay a quienes les mueve más la devoción que la obligación, tienes que personarte en la consulta en cuestión para que te atiendan , dando igual que tengas una otitis galopante o no te puedas mover de la piltra porque tienes cuarenta de fiebre. Esta falta de consideración al paciente ya no es sólo el pan nuestro de cada día en la sanidad pública, sino también --y es más grave-- en la privada, máxime cuando uno paga religiosamente al mes y tiene que esperar un milagro para ser atendido no como un número sino como un ser humano.