EL CUIDADO DEL MEDIO AMBIENTE

Bolsas biodegradables

Michael Gavin

Correo electrónico

En este país todo el mundo es muy ecologista, pero el coche en casa no lo deja nadie. Y ahora andan a vueltas con las bolsas de plástico. Pero, si muchos ciudadanos utilizan las bolsas de los supermercados para tirar la basura, ¿no será menos ecológico utilizar las bolsas de basura que son más grandes? ¿No se podría modificar la composición de las bolsas de la compra y fabricarlas con materiales biodegradables? ¿No es esta una oportunidad para las grandes superficies de reducir gastos con la excusa ecológica? Además, a los comerciantes les va a salir el tiro por la culata, ya que se va a reducir la compra por impulso. Ahora, si tengo que ir provisto de mi bolsa de tela, pues no la llevo y no compro nada. Ellos se lo pierden y yo gano, puesto que lo que hubiese comprado seguramente no sería tan necesario.

TRANSPORTES AEREOS

Mareando las maletas

Javier Fernández

Correo electrónico

Mi última experiencia no ha sido inusual en una aerolínea: perder el equipaje. Lo que resulta insólito en la nueva Spanair es la excelente política de compensaciones que, con la ayuda de una compañía de seguros, está llevando a cabo en estos casos. Tras más de un mes desde la pérdida de mi maleta, Spanair no solo no ha resuelto satisfactoriamente el incidente, sino que en este tiempo he sido acusado de robar mi propia maleta y engañado con los plazos de reclamación para evitar pagarme por el retraso en la entrega. Finalmente, Spanair ha decidido compensarme con 450 euros, a pesar de que la valoración detallada exigida cuadruplicaba esta cantidad. Es lo que hay, y la paradoja es que el formulario de reclamación indica mi derecho a percibir, por ley, 1.200 euros de indemnización. Por supuesto, he rechazado la oferta, pero desgraciadamente parece que el sistema automatizado que atiende todas las reclamaciones no me ha entendido, pues llevo 10 días sin respuesta.

LA PEOR SOLUCION

Los impuestos y la crisis

Juan C. López Santiago

Jaraíz de la Vera

Si hay una hambruna en un país, ¿qué hacemos? Nos volcamos en su auxilio, se envían víveres, medicinas y personal más que nada para amortiguar los efectos de tal situación de necesidad. Anatema sería recortar las asistencias, desmantelar los hospitales de campaña o retirar la ayuda humanitaria.

Pues eso es lo que se pretende con esta absurda, incoherente e irracional medida de subir los impuestos justamente cuando la Economía está colapsada. ¿Realmente los que están el el Ejecutivo saben algo de Economía? Mientras los bancos se lamentan de que sus beneficios en el primer semestre han bajado un cinco por ciento y sólo pueden repartir uns cuantos miles de millones de euros entre sus accionistas, el Ministerio de Economía inyecta a éstos, a los bancos, cantidades obscenas para que sean ellos los que hagan el reparto y concedan créditos a los españoles, para de ese modo seguir engrasando y lubricando la maquinaria tan resentida por los últimos meses que les han privado de ese codiciado cinco por ciento. Y así se instala el círculo vicioso.

Si no nos sometemos de buena gana a la subida de impuestos, somos unos insolidarios que no somos sensibles a las necesidades a las que debemos hacer frente para sostener las infraestructuras, la Sanidad, la Educación y así vuelven a repetir la misma cantinela monocorde.

Asimismo es una insolencia argumentar que en España la carga impositiva es menor que en países como Francia o Alemania, pero lo que no dicen es que el poder adquisitivo es en estos países mucho mayor y los sueldos, también.

No nos quedará otra que aceptarlo y acatarlo; lo superaremos, también hemos aprendido que estamos gobernados por unos incapaces a los que les faltan ideas y talento para solventar una situación complicada y arbitran una solución que hasta un niño de cinco años la tomaría: subir impuestos.