CARTA DE UN PARADO

Soy un número más

Manuel Martínez Alonso

Correo electrónico

Sí, soy un número más, de esa cantidad tan abrumadora de cuatro millones de parados, desde la soledad y el desamparo que me encuentro, he decidido ponerme delante de mi teclado, y que mis dedos recorran sobre sus letras lo que a mi mente acontece en la desesperación que conlleva mi actual situación.

Llevo desde esta tarde reflexionando lo que oí en un programa de máxima audiencia en radio, comentaban locutor y locutora sobre un programa en televisión, donde aparecía un señor que quería darle una sorpresa a su señora, la cual no era otra que comunicarle que tenían el hogar embargado y que si no pagaban les echarían, (acto seguido risas de ambos locutores) en un acto mezcla de valentía con imbecilidad y también, supongo, desesperación; dejándole caer a su buena señora inocente, esperando algo bonito de su marido, este jarro de agua fría (los locutores radiofónicos, siguen con sus risas comentando la situación y mofándose de este tipo de programas televisivos).

Suelo escuchar bastante la radio, no es el primer locutor o locutora que hace críticas a sus compañeros de televisión sobre este tipo de programas, pero en este caso han hecho lo mismo que ellos, mofarse de la desesperación de un número más de las estadísticas de parados actuales. Deberían abrir esos micrófonos a este gran número de números, y que pudiéramos hablar y contar las duras condiciones que estamos pasando, y narrar las vicisitudes que nos ocurren cuando no podemos pagar el agua, la luz, el teléfono.

EL CASO DE DIEGO P. V.

Ahora todossomos jueces

Carmen Cancho Roque

Cáceres

Aunque la medicina nació con vocación de servicio hay veces que ese servicio se desfigura de tal modo, que degenera en el más amorfo y esperpéntico de los diagnósticos. Y si no, que se lo digan a los médicos de Tenerife que atendieron a Aitana, y diagnosticaron golpes, quemaduras e indicios de agresión sexual. Estos hablaron de asesinato en toda regla, inculpando al novio de su madre, Diego P. V., que posteriormente fue arrestado y torturado psicológicamente por la Guardia Civil, aun después de concer el informe de los forenses, que determinaba que ni había agresión sexual, ni maltrato, ni asesinato. La niña murió a causa de la caída de un columpio. Se han olvidado pues los médicos del código de Hammurabi, o del código Deontológico, que es por el cual se rige este gremio. También se han olvidado de la norma madre, la Constitución Española. Aunque de esta y de la ética, también se olvidó la prensa, y por supuesto, la sociedad.

Los médicos, que aunque la gran mayoría de ellos salvan vidas, son un gremio endiosado por excelencia. Que rara vez da la cara, y casi nunca, por no decir nunca, pide perdón.

La prensa, que hay veces que comete el error de jugar al sensacionalismo, y buscar el titular que más venda, al margen de la verdad. Se ha olvidado de la presunción de inocencia, y se ha pasado tres pueblos.

La sociedad, harta de tanta sangre, ya la tiene para sí como su pan de cada día, y no duda en descargar su ira sobre el primero que aparezca en escena.

Reflexionemos todos sobre esto. Ya tenemos bastantes asesinos, violadores, pederastas, y demás deshechos sociales, para inventarnos otro más. Pidan perdón por sus errores, y hagan propósito de enmienda.