PROBLEMAS DEL MUNDO

Respuesta a los desafíos

P. Serrano Martínez

Correo electrónico

Por Según Arnold Joseph Toynbee (filósofo e historiador británico, 1889-1975), "una civilización crece y prospera cuando su respuesta a un desafío no sólo tiene éxito, sino que estimula una nueva serie de desafíos; una civilización decae como resultado de su impotencia para enfrentarse a los desafíos que se le presentan". Pues bien, según esta teoría, si queremos que el mundo actual prospere, debemos afrontar con determinación la resolución de tres importantes problemas. Uno, ante el crecimiento exponencial de la población mundial, un control inteligente y voluntario de la natalidad. Dos, ante la realidad incontestable de la globalización, un gobierno democrático supranacional que ponga orden y control en la economía y garantice los derechos de las personas. Y tres, ante el vertiginoso deterioro del planeta debido a la contaminación, un control exhaustivo del consumo de recursos y de las actividades industriales y humanas. ¿Será este el ocaso de nuestra civilización o, por el contrario, saldremos fortalecidos de esta delicada coyuntura? Nadie lo sabe. Creo que los seres humanos somos capaces de casi todo. Podemos llegar a autodestruirnos, pero también a sobreponernos a cualquier inconveniente o dificultad. Lo que está fuera de toda duda es que la civilización actual vive un momento crucial en el que se juega su progreso o su decadencia, o tal vez algo más importante: la supervivencia como especie.

MANIOBRAS DE DISTRACCION

Desposesión por encefalinas

Angel Morillo

Castuera

Mi esposa (auxiliar sanitaria del Ayuntamiento de Castuera, con contrato de obras y servicios aún después de ¡16 años! y un salario de menos de mil euros netos incluidos trienios) se encuentra al cobrar su paga del mes con que la han desposeído de un 5%. En total, sumando la extra de verano, no ha llegado a 1.900 euros. Eso sí, teniendo que trabajar festivos y domingos (y sus noches correspondientes), y con la misma ropa y calzado de faena desde hace más de ¡cinco años! Es decir, gozando de todo un prodigio laboral. Mas qué se va a hacer si ha llegado el tiempo de las vacas flacas y para salvar a la patria del embate de los mercados es necesario "tirar de la cuerda" de los que son más (funcionarios, contratados y mileuristas), aunque sean los que tienen menos y reciben menos remuneración. Ellos (los salvadores patrios, entre 12.000 y 15.000 euros de media este mes, más que mi esposa al año), también se van a sacrificar, pero sin tocar las dietas, presidencias de comisiones, y un largo etcétera de prebendas. Además, no hay que apurarse, porque para eso están las encefalinas o endorfinas sociales, muy apropiadas para mitigar estos avatares de la vida. Y entre estas "drogas de la felicidad", también llamadas "maniobras de distracción", están: el aborto, los homosexuales, el anticlericalismo, la SGAE, el fracaso escolar, el Estatuto de Cataluña... Y para remate, una "pastilla de distracción" salvadora fabricada por la élite futbolística ganando El Mundial.

NACIONALISMO

Somos rehenes

Antonio Miralles

Correo electrónico

Está Zapatero, en su admiración por servir al nacionalismo, como su campeón zapador dentro del Estado: más pendiente en satisfacer sus avideces y deseos, que defender los derechos de todos en Cataluña. Que los nacionalistas, no siendo el todo en Cataluña, se arrogan el todo, y se apropian de derechos que son de todos los ciudadanos españoles. Tal están que, en el 2008, en su 11 de septiembre, pusieron porterías en plazas con fotos de la selección española que ganó la Eurocopa, con la frase: "Métele un gol a España". Este es el caldo donde nadan los nacionalistas, donde la corrupción de conceptos, faltas de respeto de los dirigentes nacionalistas al resto de los españoles, propician atmósfera de hipocresía, falta de libertad, exclusión e insolidaridad, hacia todo lo que suponga español, o castellano; expandiendo su atmósfera, por todos los ámbitos: estatutario, educativo, lingüístico, financiero, de medios de comunicación, comerciales.¿Gracias? De nadaRicardo Hernández Martín

Suelo alejarme de las rutinas, pero algunas considero indispensables y, una de ellas es mi visita cuatrimestral a la Unidad de donantes de sangre del Hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres, para aportar mi ínfimo granito de arena a aquellos que pudiese venirles bien. La cosa no ha pasado nunca de ser más que eso, una rutina, consciente y comprometida pero rutina, pero eso ha cambiado por completo en esta última visita. A las diez de la mañana pasé por la puerta de la unidad y en unos momentos ya tenía relleno el impreso de siempre y, charlaba con Noemí, la enfermera que me atendió, una chica canaria encantadora. El asunto transcurrió sin nada extraordinario, como siempre que he ido a dejar allí una bolsita de esas que se balancean a tu lado mientras va llenándose del rojo líquido vital. Noemí rellenó el papelito en el que ponen qué es lo que vas a tomar después en la cafetería y anotó: "Café con leche y Botella de agua". Con el papelito para el café en una mano y la tarjeta de donante en la otra, me dirigí hacia el bar. Me situé en la barra. Junto a mí un caballero de mediana edad daba vueltas y vueltas a un café con leche, con la mirada perdida en la pequeña taza blanca. Una camarera me dijo: "Hay que pedir primero el tícket". "No, tome, vengo de la unidad de donación de sangre", le respondí al tiempo que le acercaba el papelito."Uy! perdone usted", y al instante ya tenía frente a mí el café y la botella de agua. El caballero que se encontraba a mi izquierda y como si la camarera le hubiese sacado de su viaje mental, dejó su letanía de vueltas al café, me miró con ojos de agotamiento y sin más me dijo: "Muchas gracias". "¿Muchas gracias? ¿Por?", le respondí. "Sí joven, muchas gracias; mi mujer está en la UCI y esta noche le han tenido que poner algunas bolsas de sangre porque la cosa no pintaba nada bien, ahora, por suerte, se encuentra mejor y seguramente, siendo fuerte como es saldrá adelante, pero te aseguro que si no es por la sangre-"

A mí no hace falta que me den las gracias por la sangre que dejo allí cada cuatro meses, pero me ha hecho ver lo importante que realmente puede ser para algunas personas, en un momento crítico, poder contar con ella. Es algo que sabía, pero nunca me había encontrado con la situación real cara a cara.