Lectores

A Federico Suárez

Luis A. Hernández Carrón

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El expresidente de la Asamblea escribía el pasado miércoles una carta en la que me acusaba de estar obsesionado con su vida por ejercer la función que tengo asignada por mi partido, que no es otra que ser portavoz, es decir, hablar de forma autorizada en nombre de una colectividad.

Dice el señor Súarez Hurtado que en los casos "Econisa, TDT locales y Productoras de TV no hubo nada y que no es incompatible con nada ni con nadie".

¿Señor Suárez, por qué me lo pone usted tan fácil para llamarle mentiroso? El 3 de julio de 2008, el Consejo de Gobierno de la Junta de Extremadura adoptó dos acuerdos por los que se le prohibía a usted y a sus empresas contratar con la Junta en el concurso de la TDT local a causa de una incompatibilidad, al ser como era público y notorio, cónyuge de un miembro de ese Consejo de Gobierno. Es decir, usted, de forma deliberada y consciente intentó vulnerar dos leyes que le impedían participar en dichas licitaciones públicas, lo cual, finalmente se le impidió.

Igualmente, quedó demostrado en la Asamblea, a través de la Comisión de Control de la Cexma, que la productora de televisión Estudios Audiovisuales de Toledo y Centro de la que usted era accionista junto con el grupo Econisa, tuvo que renunciar al contrato con Canal Extremadura TV por la misma incompatibilidad.

Desde el grupo parlamentario popular le anuncio que seguiremos ejerciendo nuestro deber y derecho de control al Gobierno. Y lamentamos que cada vez que movemos un expediente salga usted y sus empresas como adjudicatarias de numerosos contratos en todos los sectores: construcción, televisión, productoras, ocio, etc.

No le quepa duda que cuando cese en mis funciones como diputado volveré a mi puesto de trabajo como docente. Lo que jamás haré será aprovechar los contactos derivados de mi actividad política para ponerlos a mi servicio o al de mi partido por vías poco éticas.

Diputado Autonómico. Portavoz PP Extremadura.

EL COMUNICADO DE ETA

Matarifes de carnaval

Miguel A. Loma Pérez

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Comenzaron matando en nombre de la "liberación" de "su" pueblo, y así se instalaron en el negocio de la muerte. Mataron con bombas y tiros en la nuca, mataron cobardemente por la espalda y desde la distancia, mataron a sangre fría y a sangre caliente. Mataron a hombres, mujeres y niños, a militares y civiles, a ricos y pobres, a sanos y enfermos, a electores y elegidos, a nacionales y extranjeros. Mataron dentro y mataron fuera. Mataron a los que habían marcado como objetivos, y también a sus cónyuges, a sus padres y a sus hijos, a sus vecinos y a quienes pasaban por allí. Mataron hasta a alguno de los suyos que ya se había cansado de matar. Mataron, secuestraron, extorsionaron, manipularon, engañaron, envilecieron y corrompieron a millares de ciudadanos que aún les justifican, e incluso les bendicen. Y ahora se nos vuelven a presentar bajo sus capuchas de tétrico carnaval rubricando sus rancias consignas con puñitos alzados y grititos de falsa libertad. Y para que les entendamos mejor, articulan sus mensajes en la lengua que desprecian, invitando a mediadores internacionales a "verificar" su compromiso "con el final de la confrontación armada". Saben muy bien que nunca faltarán tontos útiles que acudan a su llamada intentando convencernos de que aquí había un ±conflictoO entre los asesinos y los asesinados, que no supimos solucionar. Porque parece que lo que toca ahora es convertirnos a todos en amnésicos cómplices de sus crímenes, de los que nunca se arrepintieron ni se arrepentirán. Que lo que toca ahora es enterrar definitivamente a las víctimas en una inmensa fosa sellada con mil cerrojos. Pero si lo hiciéramos, también enterraríamos con ellas la justicia, la verdad, la dignidad y el derecho.