CRITICA

Al presidente de

Caja Extremadura

Encarnación García Sánchez

Cáceres

Siempre fui una clienta de Caja Extremadura, caja que no reconozco desde que se dejó manipular por los políticos de turno. Mi abuela me enseñó a ser fiel y a tener principios, la fidelidad con ustedes es imposible, y los principios nadie me los podrá quitar, por eso a mi pesar tengo que decirles adiós.

Mi hija es clienta de esta caja desde su comienzo como estudiante en Salamanca. En diciembre fue a pedir información sobre una hipoteca a una de sus oficinas y la trataron mal (siempre hay empleados con mal humor). Lo peor fue comprobar que las condiciones ofrecidas eran penosas y en otras entidades la recibieron con condiciones que nada tenía que ver con las de ustedes.

Yo tengo que avalar a mi hija y por lo tanto me marcho, pero con pena y preguntándome ¿dónde está el espíritu de Caja Extremadura?, yo misma me contesto: en ayudar a los pudientes y a los políticos de turno para que no le pongan pegas en sus gestiones.

Pueden decirme que estoy equivocada, pero eso es el sentir del día a día en la calle, es mejor no oír nada, no tiene cuenta escuchar al ciudadanito de a pie, el de los 1.000 euros; ¡qué pena!

Les pediría que mi escrito se pusiera en el tablón de anuncio de las distintas sucursales, porque quiero homenajear a dos empleadas de su caja, en la sucursal de avenida de España nº 27, urbana 3: doña Mercedes y doña Antonia, con mayúsculas, que siempre me atendieron de una forma tan especial y tan humana que me hacían sentirme en casa.

Espero que sí sepan cómo tratar a sus empleados buenos y mimarlos; son la imagen de su empresa. En ciudades pequeñas lo que funciona es el boca a boca, y clientes pequeños como nosotras hace muchos años ayudaron a que hoy Caja Extremadura sea fuerte. Lo malo es que se hizo una empresa sin sentimientos, claro que es lo normal para hacerse poderosa.

ROBO DE CABLES

¿Dónde está la policía?

Montaña Soler Mateos

Cáceres

Supongo que alguna vez hemos tarareado esta canción que El Fari cantó en el primer Torrente , y quizás suena a que voy a contar algo gracioso, pero no. Patrullando la ciudad es lo que mi cuñado lleva haciendo desde hace unas noches en su propio coche. ¿Por qué? Es el dueño de una atracción de feria, un scalextric, situado en la avenida Isabel de Moctezuma, lleva varios días sin abrir ¿el motivo? Les han robado los cables, bueno es una manguera y dentro están los cables que dan luz a toda la atracción ¿saben cuántos metros se han llevado? ¡80 metros! Eso hay que trasladarlo entre varias personas y no solo eso, es que esta manguera estaba colgada por las farolas, con un trabajo minucioso para que nadie se queje y no haya problemas con nadie. Para esto debían de ser varias personas e ir preparados de guantes, sierras, y otras herramientas y por supuesto llevar días o noches observando, pueden haber tardado como 1 hora o más, nadie vio nada, en una calle céntrica y muy bien iluminada y ahora la pregunta clave: ¿Dónde está la policía cuando la necesitamos? En las noches que mi cuñado ha salido entre las 2.00 y las 7.00 de la madrugada no se ha encontrado ni un coche de policía y ha estado en varios barrios de la ciudad.

Estoy segura que muchos estarán pensando ahora "bueno, feriantes". Pues sí, feriantes , muy orgullosos de ganarse la vida trabajando y no robando, y como en todos los gremios hay buenos y malos albañiles, buenos y malos médicos, buenos y malos dependientes: primero conocer, luego juzgar.

Así que patrullemos la ciudad y convirtámonos en pequeños Torrentillos si es necesario con la misma mala leche que él porque cualquier día no solo nos van a robar la luz. Puede que con lo sutiles que son estos zánganos nos cambien hasta la casa o el trabajo y no se entere nadie.