AGRADECIMIENTO

Homenaje a

Domingo Barquilla

Domingo Barquilla

Cáceres

Ahora que han pasado unos días del emotivo homenaje del cual he sido objeto, y el reconocimiento a toda una generación del colectivo de trabajadores de las minas.

Me gustaría hacerles llegar en mi nombre y en el de mi esposa e hijos, mi más profundo agradecimiento a todas las personas y asociaciones que han hecho posible el homenaje.

Gracias a don Eugenio Cantero, y a la asociación de vecinos de Aldea Moret, porque a ellos se les debe la proeza de la ejecución de este evento.

Gracias a las personas que participaron y a todo el personal de la prensa, que han cubierto el homenaje, con la pasión de los grandes profesionales que representan.

Gracias al público por la generosidad y entrega que tuvieron durante el acto.

A todos gracias de corazón.

SOCIEDAD

Queridas palabras

María Francisca Ruano

Cáceres

La palabra es un signo. "Las palabras son costumbres" según Alfonso el Sabio. Según Pilar Altamira, bióloga y docente de Oratoria "la configuración humana tiene su punto de partida en la laringe". Y según enseñanzas ancestrales religiosas, al principio fue el verbo".

Queridas palabras, este año casi finiquitado se han pronunciado unas cuantas de orden económico y social con una contundencia y tesón casi inimaginable con una significación global refiriéndose a un cambio dramático en el orden de gastos y de ingresos, probablemente por los malos o pésimos hábitos en ambas gestiones locales, nacionales e internacionales.

Debajo, detrás, hundidas en la piedra de las tempestades de un desierto urbano casi siempre, la ambición del amor, el que sin amor no hay nada, el gesto sonoro de los besos y los abrazos. O lo que queda por querer y decirlo y expresarlo con el mismo afán terco y plural cara a cara, francamente, para que suene claro cuándo y con quién ocurre, mientras haya tiempo, soleado o con intensas nieblas. Queridas palabras, dónde estáis, a dónde vais, o si regresaréis...

El hombre y la mujer son los únicos seres vivos que pueden hablar y pueden haberse erguido. "El habla nos regenera, reconstruye nuestro organismo y equilibra nuestra psique" añade Altamira. Dulces, y no tan amargas. Que acaricien, y no se apresuren y apremien con arañazos áridos.

Una humanidadinexistente

Pablo M. Ortega Romero

Correo electrónico

El pasado mes de octubre una noticia dejó conmocionado al mundo. Trataba de una niña de raza china que fue atropellada tres veces sin ser socorrida por ninguna de las personas que caminaban por allí, dieciocho personas para ser más exactos, que fueron grabadas por una cámara de vigilancia. ¿Qué le está pasando al mundo? ¿Qué le está ocurriendo al ser humano? ¿Cómo puede haber personas que ante tal situación reaccionen con tanta pasividad? Esa indiferencia me lleva a plantearme si el ser humano está avanzando o retrocediendo. El motivo por el cual puede ocurrir esto es que algunas personas están más preocupadas de mirarse su propio ombligo que de prestar atención a los de su alrededor. Hasta ahora la capacidad de sufrir, de amar, de olvidar, de perdonar, de sentir nos hacía humanos. En mi opinión, estamos acabando con la humanidad, nos estamos convirtiendo en seres con una nueva y horrenda capacidad: la de pulsar un botón en nuestro interior que nos permite apagar todas nuestras emociones. Esto poco a poco está haciendo de nosotros una clase de monstruos todavía no catalogados.

SERVICIO A LOS DEMAS

Una fórmula para ser feliz

Elena Baez

Correo electrónico

Bajo el título "¿quiere ser feliz? Hágase sacerdote, bombero o fisioterapeuta" se publicaba hace unos días un estudio del Centro Nacional de Investigación de Opinión de la Universidad de Chicago, en el que casi todas las profesiones consideradas más gratificantes comparten dos características: poca remuneración económica y entrega a los demás.

El trabajo del sacerdote es el que encabeza la lista de los 10 empleos "más felices", seguido de los bomberos, que un 80% de ellos afirma sentirse "muy satisfecho" en ayudar a la gente e incluso salvar vidas en muchas ocasiones. Esto refleja una vez más que no es el dinero lo que nos da la felicidad. Ni el ansia de poder, fama o triunfos mundanos, pueden satisfacer plenamente.

"La puerta de la felicidad se abre hacia afuera" afirmaba Víktor Frankl recordando a Kierkegaard, debemos buscar la felicidad con la mirada puesta en el espíritu de servicio, en ese darnos a los demás.