La peor consecuencia de la Gran Depresión de 1929 fue el desempleo generalizado, que provocó un impacto tremendo en la política de los países industrializados. Quedan las imágenes de los comedores de beneficencia y de las columnas de desempleados que, desde las fábricas, marchaban a las capitales para denunciar a los responsables. El desempleo fue visto como una herida profunda --casi mortal-- en el cuerpo político. "Después de la guerra europea --escribió un editorialista del Times durante la segunda guerra mundial-- el desempleo ha sido la enfermedad más extendida, insidiosa y destructiva de nuestra generación: es la enfermedad social de la civilización occidental en nuestra época". No obstante, el desconcierto causado por la Gran Depresión fue mayor entre los hombres de negocios, economistas y políticos que entre la gente. La causa de esta paradoja estriba en que, pese a que el paro y la caída de los precios agrícolas perjudicaron gravemente a las masas, estas creían que existía una solución política para la injusticia --a la derecha o a la izquierda-- que permitiría a los pobres cubrir sus necesidades. Por el contrario, la ausencia de recetas en la vieja economía liberal hacía insostenible la situación de los responsables económicos. La Gran Depresión moduló el liberalismo económico durante medio siglo, al obligar a los gobiernos occidentales a priorizar los objetivos sociales --el pleno empleo como meta-- sobre los económicos, ya que el riesgo que entrañaba no hacerlo así --la radicalización de la izquierda y, como pasó en Alemania, de la derecha-- era muy peligroso. Por esta razón --escribe Hobsbawm -- "para aquellos de nosotros que vivimos la Gran Depresión todavía resulta incomprensible que la ortodoxia del mercado libre (pueda) presidir nuevamente un periodo general de depresión (...). Este extraño fenómeno debe servir para recordarnos (...) la increíble falta de memoria de los teóricos y prácticos de la economía. Es también una clara ilustración de la necesidad que la sociedad tiene de los historiadores, que son los recordadores profesionales de lo que sus conciudadanos desean olvidar".

*Notario.