Ha sido un éxito, en parte inesperado por su volumen, lo de este pasado 8 de marzo. El ver la plaza Mayor en Cáceres plagada de personas de todas las edades, y con mucha participación juvenil de féminas, reclamando la igualdad de derechos, en una comunión de progreso social que no debería llevar sino a una mayor felicidad colectiva, de mujeres y hombres; la avenida de Huelva en Badajoz, o la plaza de España de Mérida también con chicas muy jóvenes y apasionadas por su propio valor, es un caudal que no debe desembocar como los ríos del Mar Muerto.

A estas alturas resulta no sorprendente, sino absolutamente increíble, que haya personas inteligentes, formaciones políticas enteras, que se pongan no de lado sino frente a movimientos de avance social que son de cajón, escondiéndose esos resistentes en pequeñas excusas como el espíritu anticapitalista que algunos de los convocantes o participantes le han querido dar a la huelga y la protesta feminista.

No sé si sucedería en otros países europeos, creo que no, pero que todo un partido de amplísimo apoyo electoral como el Partido Popular, no se sume, en el grado y manera que lo sienta --como lo hemos hecho todos los que estábamos de acuerdo con la convocatoria con nuestras diferencias-- a lo esencial básico y común de la jornada, que era luchar por la igualdad de derechos y oportunidades, y combatir el machismo principalmente en su forma violenta y criminal, resulta de otro siglo.

Aún es más chocante la actitud de otro nuevo partido, de los nuevos, Ciudadanos, por motivos similares, deshaciéndose en declaraciones feministas --feminismo es luchar por esa igualdad de derechos, punto--, pero evitando participar en una movilización que se ha mostrado muy amplia socialmente, pero tratar luego de sumarse al éxito; lo de esta formación sí que resulta del todo inexplicable.

Igual que dentro de los movimientos feministas ha habido discrepancias, e incluso grandes enfrentamientos, por el programa de la convocatoria, objetivos y reivindicaciones, pero las activistas más sensatas, junto a la generalidad de mujeres, han puesto cordura en reclamaciones de consenso: igualdad de derechos, contra la violencia machista que asesina y que los hombres los primeros que tenemos que combatir y recortar en sus primeras manifestaciones micro, o ruptura de los mecanismos que abren la brecha salarial. Igual digo habría sido que PP y Cs hubieran visto lo evidente.

Los hombres, desde nuestra posición histórica privilegiada, tendemos inmediatamente a indignarnos y negar la brecha salarial, buscarle tres pies al gato. Pero como te explica muy bien cualquier feminista, no se trata de que por el mismo tipo de contrato paguen diferente, que sería ilegal; es algo más sutil como categorías distintas, tal como cocinero él y ayudante ella, duración de la jornada diferente, pluses económicos desigualmente repartidos, y además toda una serie de obstáculos bien colocados a la proyección profesional y salarial de la mujer. Al final sí se explica la brecha, también como duraciones de jornada diferentes, bajo el paraguas de la conciliación en la que ellas son las que piden reducciones de jornada o no pueden dedicarla toda al trabajo fuera de casa.

Ahora después de este éxito de la jornada de huelga y activismo por los derechos de la mujer, le toca a las organizaciones que la apoyaron, situadas la mayoría de ellas en el arco de la izquierda política, social y sindical, saber gestionar esta mayoría callejera, esta ola de activismo y voluntad de cambiar las cosas, en un impulso que seguramente no se limite al estricto objetivo de la convocatoria, sino a un cambio más amplio en el panorama nacional.

En cualquier caso el movimiento de la mujer, ya muy maduro y poderoso aunque lo suyo no es romper la banca sino que ésta sea útil y justa, ya se ha instalado más en la realidad e inconsciente colectivos para hacer la transformación cultural, la más importante posiblemente, en la mente de los hombres, también en la de muchas mujeres, todos los cuales cuando le plantean el enigma de un accidente en el que el padre ha muerto, el hijo ha sobrevivido, pero la eminencia médica llamada de urgencia dice que no le puede operar porque es su hijo, todos nos bloqueamos al buscar la solución: la eminencia médica es la madre del chico.