Cuando leemos un libro también nos leemos a nosotros mismos». La frase es de José Guirao, ministro de Cultura en tiempo de prórroga, y adquiere todo su significado si te lanzas de cabeza a Alegría, la última novela de Manuel Vilas, finalista del premio Planeta y superventas inesperado -él mismo lo admite- con Ordesa. Lo que consiguió entonces y ha repetido ahora es enhebrar un tipo de relato entre el costumbrismo y la autobiografía donde una legión de lectores se han visto retratados.

El padre, la madre, la familia, los lugares, los amigos, los recuerdos, los viajes, las manías -en su caso las habitaciones de hotel-, la culpa, el miedo, la muerte…. Vilas toca todos los palos de la vida; y a mí me resulta enternecedor acompañarle en un viaje preñado de nostalgia, fracasos e inseguridades -incluso un fugaz coqueteo intelectual con el suicidio en un puente de Chicago- pero siempre buscando lo mismo que todos: la alegría, la felicidad, la belleza y el amor. Celebro poder referirme a estos asuntos en un día donde el bombardeo de datos, análisis, opiniones y pronósticos tras los resultados electorales de ayer se abate machaconamente sobre nosotros con la intensidad de una gota fría.

Y aprovecho para añadir otro argumento a mi elogio sobre Alegría: las reflexiones que incluye sobre España, en clave histórica, sociológica, cultural, pero también política. Sin siglas de partidos, con escasos nombres propios, salvo una referencia al Adolfo Suárez de la Transición, ídolo familiar en su Barbastro natal, de quien dice que «se le odió de manera nauseabunda», porque «en España -escribe Vilas- es inevitable que te acaben odiando, pues procedemos del odio». Una afirmación tan dura reclama a gritos darle una pensada.

En cualquier caso, Vilas encuentra refugio en la poesía, singularmente en Lorca, que «amaba España como nadie la amó nunca. La amó con alegría. Le perdonó todo a España y sigue aquí con nosotros. Se transformó en nuestro dorado fantasma. Lorca nos amó a todos, porque en su poesía estábamos todos los españoles, incluso aquellos que lo mataron. Todavía más aquellos que lo mataron».

Hoy hace una semana que pude disfrutar de una larga conversación radiofónica con Manuel Vilas y con Javier Cercas, flamante ganador del Planeta con Terra Alta, que es otra incursión en los retos y los tormentos del alma humana, pero con ropajes de thriller policiaco. Su protagonista, un Mosso d‘Esquadra al que un compañero llama «españolazo», busca lo mismo que el narrador de Alegría: un lugar para vivir y lamerse las heridas sin que nadie le toque mucho las pelotas. No es un mal plan, sobre todo en el día después de unas elecciones. A ver si nos dejan.

* Periodista