Escritora

Ha saltado a la actualidad un viejo tema: la prostitución. La llamada profesión más antigua de la humanidad, debe legalizarse. No entiendo por qué no se hizo antes. La única causa quizá sea la pervivencia de viejos tabúes, de prejuicios absurdos que hacen cerrar los ojos a la realidad. Las prostitutas forman parte de la realidad. Sus derechos deberían tenerse en cuenta.

Una prostituta no tiene larga vida en el oficio. Su final es muchas veces una sentencia de soledad y de abandono, de enfermedades y de pobreza. Garanticemos a las mujeres que se dedican a la prostitución un retiro tranquilo y seguro, como el de cualquier persona que ha trabajado media vida. Dejemos de una vez atrás los juicios morales y los tópicos. No se trata de decir si su forma de vida nos parece correcta. No nos dediquemos a analizar sus caminos. Pensemos sólo en el ser humano que lucha por sobrevivir en la jungla.