WEw s evidente que solo se equivoca, o acierta, aquel que toma decisiones. Y es evidente que, por exceso o por defecto, la Dirección General de Tráfico es quien más decisiones ha tomado en los últimos meses, polémicas, cierto, como aumentar o disminuir la velocidad en carreteras y autopistas sin ofrecer demasiadas explicaciones y despilfarrando el dinero en pegatinas. Pero, en los próximos meses, no sabemos si antes del 20-N, Tráfico ha decidido poner negro sobre blanco y convertir en ley algunos comportamientos de los motoristas que hasta la fecha eran tolerados en algunas demarcaciones y autonomías, no en todas; no siempre en beneficio de la seguridad, único argumento válido y esgrimido por Pere Navarro ante cualquier tipo de decisión. La posibilidad de convertir, con prudencia, sensatez y enorme cautela, los arcenes de las carreteras en una vía para que las motos eludan atascos o puedan adelantar no es mala cosa. E, insistimos, en muchos casos ya es tolerado. Es muy probable que el siguiente paso, al menos en grandes ciudades, sea la posibilidad de que los motoristas circulen, a veces, por el carril bus. Otras decisiones, como la prohibición de utilizar esos cascos de broma, mitad plástico, mitad cartón, son un gran acierto, así como la obligación de que solo puede usarse el móvil en cascos homologados. Otro gran acierto: prohibir que, en moto, se oiga música con auriculares.