Qué distinta la tramitación de los presupuestos extremeños de la pasada legislatura y la presente. Antes el PSOE en minoría tenía que sucumbir a maratonianas reuniones de negociación con Podemos e introducir matices o enmiendas ajenas si quería contar con apoyos. La desesperación y el enfado de la vicepresidenta y consejera de Hacienda, Pilar Blanco-Morales, era evidente cuando el líder podemista, Álvaro Jaén, se plantaba en el no es no. Tanto se hartó el gobierno de Fernández Vara que llamó al PP hasta en dos ocasiones y pactó con ellos. En el PSOE alegaban entonces que ocupaban la centralidad; sostenían que no estaban ni en la izquierda extrema ni en la derecha, sino en el centro político. Y se quedaban tan panchos, cuando lo que hacían no era otra cosa que aprovechar todos los resortes disponibles para jugar en una coyuntura sin mayorías absolutas.

En esta legislatura todo ha cambiado. En esta ocasión, la tramitación de los presupuestos es un camino de rosas, un viaje exprés en el que la oposición protesta precisamente por no pintar nada. Es lo que tiene contar con 34 diputados, que los 31 que suman PP, Cs y Podemos no valen para nada en este caso.

Vara y los suyos han dejado a un lado el pacto y la negociación; digamos que están resarciéndose de lo mal que lo pasaron en la pasada legislatura. De esta manera, el presupuesto, la ley más importante del año, pasa a convertirse en un trámite, restándole buena parte de la importancia que tiene su debate y negociación.

El hecho de que se hayan dado a conocer las cuentas a la ciudadanía antes que su registro en el Parlamento, lo que ha ocasionado la protesta conjunta (con rueda de prensa incluida del PP, Cs y Podemos), dice mucho de esta nueva coyuntura de mayorías. Se ha dejado a un lado el ritual y la liturgia, uno de cada dos votos refrendan al PSOE, y no hay que andar dándole más protagonismo del debido a la oposición. En la cabeza de los socialistas está cuando en la legislatura 2007-2011 Vara decidió de forma unilateral darle especial relevancia al pacto y sentó a Monago a la mesa de negociación sin ninguna necesidad. El tú a tú frente a Vara le dio al líder del PP la posición que necesitaba para darse a conocer y poder medirse con él llegadas las elecciones. Y lo peor es que ganó los comicios y mandó al PSOE a la oposición. Así pues, en este momento dulce lo que se impone es la estrategia de que ‘al enemigo, ni agua’.

LA LEGISLATURA se presupone aburrida y en estos primeros seis meses ya se aprecia que la guerra política no se vive en Extremadura sino en Madrid. La capital del Reino va a marcar los derroteros de algunos partidos en Extremadura. Que se lo digan, si no, a la líder de Unidas Podemos, Irene de Miguel, a ver cómo posiciona la formación de ahora en adelante formando parte de un gobierno con el PSOE en Madrid y aquí dando ruedas de prensa conjuntas con el PP y Ciudadanos. Los morados, coaligados a Izquierda Unida, que todos recuerdan su trayectoria anti-PSOE, van a pasar por pasillos demasiado estrechos a la vista de los enfrentamientos que hemos podido ver hasta ahora con los socialistas. No veo un pacto presupuestario a la vista ni un posicionamiento privilegiado por parte del PSOE. Primero porque no lo necesita y segundo porque los socialistas detestan a quienes vienen a darles lecciones de izquierdismo.

En Ciudadanos lo llevan aún más crudo. Tiene en Extremadura 7 diputados en una Asamblea compuesta por 65 escaños cuando en Madrid la formación cuenta con 10 diputados en un arco parlamentario de 350. Desde el 10-N esta fuerza política parece diluida, alicaída; a la espera de que un nuevo líder o lideresa venga a resucitar lo que Rivera llevó a la tumba. La formación naranja sigue sin encontrar su sitio, el compendio de gente que la conforma está en posiciones muy distintas a derecha e izquierda y hasta que no se defina su futuro en el congreso de marzo no se sabrá hacia dónde va y qué recorrido tiene.

El PP es quizás el partido con representación en la Asamblea que mejor parado ha salido de la repetición electoral del 10-N. No tanto por su ascenso en escaños (que en Extremadura ha sido solo de 1 dado que el otro que perdió Ciudadanos se lo llevó Vox), como por la caída de formación de Rivera. El hundimiento de los naranjas ha dejado claro el liderazgo del PP en la derecha y Monago se vuelve a mostrar como líder indiscutible ahora y cara al futuro.

Hay que tener presente una cosa: no está clara su repetición como presidente del PP en el congreso regional que se tendrá que celebrar el año que viene. Puede ocurrir o puede no ocurrir. Todo depende de que haya una alternativa solvente que cuente con el beneplácito de Madrid.

Mira, quizás lo aburrido de la legislatura en lo político se supla con lo entretenido de los congresos de los partidos. Porque al PSOE extremeño también le toca y eso sí que es otro cantar.