Profesor

Durante esta legislatura se van a encontrar en la Asamblea de Extremadura desempeñando los cargos más importantes las tres personas que mayor poder ostentan en el PSOE. Y eso no puede deberse a una casualidad. Estamos ante una nueva forma de gestionar el PSOE y de hacer política.

La asunción de competencias ha concentrado en la Junta un poder desconocido hasta ahora y hace de ella el eje sobre el que girará toda la actividad política. Inversiones, planificaciones, estrategias y políticas, se harán desde la Junta. Parece pues necesario adaptar a este nuevo modelo los aparatos provinciales. Las últimas decisiones en cuanto a nombramientos, Diputación de Cáceres, caso Pino, consejeros, ponen de relieve que se acaba el biprovincialismo y comienza a hacerse política regional (¿y quizá comarcal?). La última decisión siempre ha estado en el presidente, aun cuando a veces no ejerciera. Ahora ya ejerce. Y no lo hace mediante delegados o emisarios. Por lo tanto el papel que Federico desempeñaba no tiene lugar. Su puesto en la Asamblea significa fortalecer esa institución, pues no se trata de un cualquiera políticamente, elevarle personalmente a un puesto de máxima relevancia institucional, concentrar el poder en las instituciones regionales y dejar poco margen a los aparatos provinciales. Porque es inimaginable que Ferreira, o cualquier otro secretario provincial del PSOE cacereño llegue nunca a alcanzar el poder que ha tenido Federico.

El nuevo equipo de gobierno refuerza esa tendencia. Quienes hasta ahora han sido considerados como hombres de Federico brillan por su ausencia y si acaso tendrán que conformarse con cargos de segundo o tercer orden, pues como en Cáceres se ha hecho cualquier cosa excepto política, a la hora en que la política va a hacerse desde el concepto de región no cuentan para nada. Por otro lado, la aparición en puestos de responsabilidad de algunos personajes que a veces se han manifestado contrarios a la línea oficial de los socialistas cacereños parece indicar que el cambio es más profundo de lo que se piensa. En Badajoz la cosa es más sencilla, pues el mando del partido sigue en las mismas manos y ahora se fortalece con el control del grupo parlamentario, que en esta nueva etapa jugará un papel importante.

Puestas así las cosas, parece que el reparto de consejerías no responde a ninguna presión, a la necesidad de cuotas o a premiar o castigar actuaciones anteriores. Todos parecen ser peones cuya misión será llevar a la práctica lo que se cueza en la presidencia y alrededores, pues carecen de peso político en el partido y no son cabeza de ninguna corriente, si existieran. Quizá las macroconsejerías necesiten mayor análisis en esta línea, pues no pienso que se creen para personas con poder en el partido, sino que se coloca a quienes se presume pueden gestionar bien áreas que se ha decidido que deben funcionar ligadas. Y la ausencia de vicepresidencias puede significar que no se quieren suscitar falsas expectativas en cuanto a la sucesión, "cuando toque", ni señalar al sucesor para que sea devorado por la oposición en esta legislatura. La gestión se desarrollará a través de las consejerías pero el poder político queda en manos de dos. El presidente y, muy por detrás, el grupo parlamentario férreamente controlado.