Mucho se ha escrito sobre el desafortunado aforismo de Miguel de Unamuno "que inventen ellos", al ser preguntado sobre cómo potenciar el avance científico en España. Sin embargo, hay hechos cotidianos que invitan a creer que no le faltaba razón. El 4 de junio del 2010, el Ministerio de Educación convocó un programa de ayudas para jóvenes doctores extranjeros en España. Como profesor titular de universidad, tuve la oportunidad de avalar la solicitud de un joven doctor en Química, de origen asiático y con un brillante currículo, interesado en una estancia posdoctoral en nuestro grupo de investigación. Casi nueve meses después de la fecha de cierre de la convocatoria, el ministerio hizo pública la relación provisional de ayudas concedidas, entre las que se encuentra la de nuestro brillante doctor. Sin embargo, esta estancia no será posible dado que el candidato, probablemente acuciado por la necesidad de encontrar un grupo de investigación en el que continuar su formación y ante la tardanza ministerial en hacer pública la resolución de la convocatoria, decidió hace meses aceptar una oferta de una universidad de EEUU. Lamentablemente, este no es un caso aislado. La excesiva demora de la Administración para resolver las convocatorias relacionadas con la contratación de investigadores conlleva estas situaciones. Si creemos en la importancia de la investigación como motor de la riqueza de un país, no nos podemos permitir el lujo de desperdiciar el valioso capital humano que supone la incorporación de jóvenes doctores. No es razonable una tardanza de nueve meses en la resolución de una convocatoria, como tampoco lo es que los científicos lo aceptemos sin exigir responsabilidades por esta negligencia.

Antonio Delgado **

Profesor de Química