TEtl frustrado atentado contra el cómico Leo Bassi , en Madrid, después de muchas protestas de grupos radicales contra su obra teatral, es la demostración de que la intransigencia y el fanatismo anidan, agazapados, en todas partes. Nada que ver la contestación violenta individual de Madrid con los gravísimos incidentes y amenazas ocurridas en todo el universo islámico con motivo de los dibujos sarcásticos de Mahoma. Los muertos se cuentan por docenas en las protestas de manifestantes musulmanes y en Madrid solo hemos tenido un buen susto. ¿Cómo debemos conciliar la libertad de expresión y el respeto a las creencias religiosas? La primera contestación a este interrogante es un radical rechazo a todo tipo de violencia por muy injuriante que se considere cualquier sátira de sustrato religioso. En segundo lugar debiéramos tener un análisis sosegado de la lucha que ha tenido la humanidad para conquistar las parcelas de derecho de expresión, de respeto y de tolerancia que caracterizan el Estado de Derecho y las democracias consolidadas. La constatación de este esfuerzo hace que el camino recorrido sea irrenunciable. Y desde esos parámetros, la firmeza en la defensa de la libertad de expresión tiene que ser inteligente.

Lo ocurrido en Madrid señala que no sólo en el universo del islamismo está en peligro la libertad de expresión. Pero es cierto el mundo occidental y los países de obediencia islámica estamos en distinto tiempo histórico. Los parámetros de exigencia no pueden ser iguales. La posición más inteligente es ser intransigente en los temas fundamentales que afecten a la libertad de las personas y a su integridad y ser cuidadosos en las manifestaciones que, sin afectar directamente a la libertad de información, puedan promover sentimientos de agravio. En todo caso, dosificar la libertad para no ofender las convicciones religiosas hay que hacerlo siempre como una concesión al entendimiento y a facilitar el camino de la evolución y no como una censura.

*Periodista