Uno de los efectos positivos de esta subida de impuestos podría ser que, incluso los que somos de letras, entendiéramos de una vez que los impuestos indirectos son iguales para los ricos que para los que no lo son, y que cuando llenamos el depósito del automóvil podemos sentir que recibimos un trato exquisitamente igualatorio, puesto que nos cobran por el litro de gasolina lo mismo que al millonario. El otro gran impuesto, el Impuesto de la Renta de las Personas Físicas, o IRPF, se nutre en un 90% de las rentas del trabajo, es decir, de aquellas personas que cobran un sueldo, y aunque hay sueldos enormes, la mayoría de los empadronados ya sabemos lo que es vivir de un sueldo. Así que, saltando algunos matices, podríamos llegar a la conclusión de que, en general, afirmar que una subida de impuestos se hace para que los ricos paguen más es una demagogia insultante para cualquier inteligencia.

Otro aspecto altamente positivo pudiera ser que nos percatáramos de que el dinero de los Presupuestos Generales del Estado es nuestro dinero, y que los gobernantes han sido elegidos para administrar nuestro dinero, y que se espera que lo hagan con criterios de prudencia y honestidad. Y si asumimos ello es posible que algunos mandarines de la Administración no abran pseudoembajadas autonómicas en París o Buenos Aires, y el empleo de los vehículos oficiales se acerque a la moderación, y terminen las obritas de los cuartos de baño individuales, porque el teniente de alcalde o el consejero, o el subsecretario deben disponer de un cuarto de baño para ellos solos. ¿Cuántas veces mean? ¿A cuánto nos sale cada ducha, si es que alguna vez se han duchado? ¿No pueden ir al cuarto de baño de la planta, sean miembros o miembras? En fin, a lo mejor, la letra con los impuestos entra, nos lo aprendemos, y evitamos ese tonillo de os vamos a dar , cuando son nuestros euros.