Hubo un tiempo en que si comíamos huevo, estábamos comiendo huevo. Si bebíamos leche, era leche y si jamón, podíamos tener la seguridad de que ingeríamos cerdo, pues ese producto, serrano, cocido o de York, de él procede. Pero ahora, con el progreso, el avance en los estudios sobre nutrición y la información continua que recibimos sobre pirámides cambiantes, necesidades diarias de consumo y el peligro de la obesidad que acecha, las cosas ya no funcionan así. Al menos hasta antes de ayer, que ha entrado en vigor la ley del pan.

Hoy hasta antes de ayer, si comemos pan integral, estamos tomando tan solo un tanto por ciento exiguo de harina integral. El resto, además de la levadura o masa madre, que todavía no he conseguido aclararme sobre eso, es agua, harina de trigo no integral, azúcar, arroz a veces, agentes de tratamiento de la harina, que a saber que será eso, conservadores de variados números, emulgentes, vinagre de vino y hasta puede que contenga soja y sésamo. Y no me lo estoy inventando, sino copiándolo de la composición de la rebanada que he ingerido esta mañana. Antes de ayer eso ha cambiado, para el pan español. Y hay que felicitarse.

Mas no ha cambiado, por ejemplo, para el jamón, ni para el pollo. Así que el jamón cocido extra, me callo la marca, cuenta con un 85% de carne de cerdo, y el resto es agua, la inevitable azúcar y dextrosa de maíz, entre antioxidantes y conservantes variopintos. Con la pechuga de pollo hay menos suerte, pues solo tiene un 69% de pollo. El resto es agua y esta vez, en vez de azúcar, dextrosa. Y además sal. Con conservantes, estabilizantes y alérgenos.

Una es muy tonta porque no puede comprender por qué en una bolsa de patatas fritas pueden encontrarse trazas de leche ni tampoco por qué en una bolsa de pipas sin sal el segundo ingrediente reconocido en la composición es… la sal.

Así que, en nombre de la verdad y de la salud de quienes son el futuro, se atreve a implorar, no solo una ley del pan sino una ley alimenticia total. Y ponga usted aquí todos los alimentos que necesitan una norma purificadora similar.