A día de hoy, se nos llena la boca al hablar de la tan conocida como: «libertad de expresión». Yo, he de decir, que me muestro completamente a favor de ella y que siempre defenderé, por encima de ideología cualquiera, el derecho de expresarnos libremente que tenemos todas las personas. Sin embargo, me lleno de tristeza y desilusión al ver que aquellos que más la reivindican son los mismos que menos la respetan cuando se piensa de una manera contraria a ellos.

Esto ocurre entre otros muchos casos con los cristianos.Mucha gente, que son cristianas, son a menudo increpados al hacer uso de su libertad de expresión, siendo insultados y humillados por aquellos que después se escudan en la libertad de expresión y que tanto uso hacen de esta.

Las cuestiones que se me vienen a la cabeza son: ¿por qué deja de ser libertad de expresión cuando es contraria a mis pensamientos e ideologías?, ¿quienes deciden si una cosa es libertad de expresión o no? Ante estas dos cuestiones, pienso que la solución para dar respuesta a esto es «expresar pero sin faltar».