La Universidad de Barcelona no acogerá una conferencia de la profesora Gotzone Mora, miembro de Basta Ya, días después de que Fernando Savater fuese hostigado por estudiantes independentistas. El rector, Joan Tugores, ha esgrimido la conveniencia de evitar nuevos incidentes y ha aludido a los conflictivos antecedentes de los convocantes, el grupo Profesores por la Democracia. Pero esto es tanto como ceder ante quienes atentan contra la libertad de expresión y acusar de provocador a quien quiere ejercer este derecho.

Las universidades, aunque no quieran reconocerlo, tienen un problema, alimentado, en el mejor de los casos, por la dependencia de sus cargos electos respecto del voto estudiantil. El tema se desbordó desde el primer día en que la autoridad académica contemporizó con grupos que, en una muestra de inmadurez democrática, se creen con derecho a dictar quién tiene derecho a hablar o no en una institución que debe ser foro abierto de debate. Algo que seguirán haciendo mientras no se les recuerde la diferencia entre un boicot o protesta legítima y una obstrucción antidemocrática, en lugar de legitimarlos con decisiones que, en la práctica, sirven a los fines de aquellos.