Elaboro este artículo un poco a la buena de dios, intentando quitarle bulto al escrito. No quiero ser yo el que escriba esto. Me siento como una sombra ante el ordenador inventando frases, buscando palabras que de tan viejas, aburren. Pero en esta carta escueta he de escribir algo, y lo que se me ocurre es que la vida es un ritornelo, una girándula, una cansina repetición, una parcelación de las cosas.

Pasado el Día de Extremadura, vuelve o sigue la rutina del ordinario vivir, y conviene reinventarse para no morirse uno sin darse cuenta, y seguir haciendo las cosas con actitud de muerto. Bueno, quiero decir que he comprado un libro de Antonio Gala. Es una selección de lo mejor del escritor, y que disfruto cada vez que lo leo, como tantos otros libros tan llenos de literatura que me habitan. He vivido en los libros más que en la vida, y humildemente lo digo. Creo que leer es una estupenda propuesta para volver en septiembre al ritmo de lo cotidiano, y para acercarse con optimismo al otoño, para huir de un pasado que nos aburre, para no sentirnos engañados, como el autor del libro, por el mirto y el acanto, y el ingrato corazón de la granada. Descubrí, como tanto de vosotros, el placer de la lectura en la infancia y vuelvo cada día las páginas de un libro con el temblor ilusionado de un mundo por descubrir.