Hemos asistido durante esta semana a un debate sobre la gratuidad de libros de texto en nuestra comunidad en la que han tomado parte algunos de los colectivos implicados en el sector del libro y la educación y donde creo que aún es posible aportar ideas. Vaya por delante que me parece que la medida propuesta por la consejera de Educación me parece de todo punto de vista acertada y necesaria.

No creo que los responsables políticos de nuestra comunidad deban pedir ni permiso ni perdón a ningún colectivo para llevar a cabo sus políticas, especialmente si, además, tras ellas se contemplan medidas que favorecen la igualdad, la sostenibilidad de un sistema que actualmente no lo es o el mejor uso de los recursos públicos que, como muy bien sabe todo el mundo, son limitados.

Con respecto al tema planteado sucede lo del célebre dicho popular de "cada uno habla de lo que sabe y los curas del matrimonio". Muchos son los vendedores de libros, libreros y opinadores en general, intérpretes y expertos en casi todo, que han opinado en torno a un tema que nos afecta a todos.

Un discurso bien distinto es el del filósofo del tao según el cual "los que hablan no saben y los que saben no hablan".

Intentando unir los dos discursos, que deberían ser complementarios, se me ocurren algunas ideas, varias propuestas y muchas dudas y preguntas, a las que no creo se pueda dar una respuesta única, y me viene a la cabeza la famosa sentencia de Bertrand Russell que dice que "gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se debe a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas".

XES NORMALx el juego de cambio de libros de texto que realizan las editoriales cuando los contenidos mínimos de las enseñanzas no se modifican? ¿Es normal que los alumnos lleven a la escuela cada día mochilas con ruedas para poder transportar los libros que utilizan cada día? ¿Es normal que dos hermanos separados apenas dieciocho meses de edad no puedan utilizar los mismos libros de texto, cursando los estudios en el mismo centro escolar y generalmente con los mismos profesores? ¿Es normal que los libros que cada año compramos a nuestros hijos superen los 400 euros y sólo puedan ser libros leídos por un lector? ¿Es normal que no existan editoriales de la región, con honrosas excepciones, que elaboren los libros de texto que tienen como objeto la región extremeña y que favorecerían el desarrollo del sector? ¿Es normal que el libro de texto siga siendo la base de la enseñanza en nuestras escuelas cuando encima de los pupitres de nuestros alumnos existe un ordenador por cada dos alumnos? ¿Tiene sentido que pidamos a nuestros alumnos que busquen en las viejas enciclopedias y sus correspondientes apéndices la respuesta a muchas preguntas cuando disponen de una herramienta que les brinda decenas de enciclopedias digitales?

Si existen fármacos genéricos para curar la mayor parte de las enfermedades, ¿por qué no existen libros genéricos escritos por docentes de nuestra tierra, que los hay y créanme que muy buenos? ¿No sería posible en pleno siglo XXI elaborar estos libros con el apoyo de las nuevas tecnologías, incluyendo vídeos y fotografías, de donde los alumnos impriman los ejercicios que necesitan desde su ordenador y donde se brinden solucionarios y ayudas al estudio, que además faciliten la incorporación de los padres que los deseen al proceso educativo? ¿No deberíamos tener en cuenta que el 89,2% de los jóvenes de entre 14 y 17 años tienen ordenador en casa y el 91% utiliza internet? ¿Por qué es necesario escribir los ejercicios en el libro, a menudo sin posibilidad de corregir cuando resulta más fácil ofrecer estos ejercicios en una hoja aparte? ¿No estaremos buscando que el libro quede inservible para que el año próximo estemos obligados a comprar uno nuevo, incluso si un alumno ha de repetir curso? ¿No estaremos fomentando el consumo, el libro de usar y tirar? ¿No se podrían adquirir libros y publicaciones periódicas y revistas culturales y científicas para las bibliotecas escolares a los libreros, y colaborar en el sostenimiento del sector?

Es falso que con la adquisición de libros de texto cada año se modifiquen los índices de lectura de los jóvenes, tan sólo se modifican los índices de compra de los libros de texto, no hay menos lectores porque a uno le regalen libros, sino todo lo contrario. La medida propuesta por la consejera es sin dudas más sostenible, evita el despilfarro de materias y al mismo tiempo supondrá un cambio en los hábitos de algunos de nuestros escolares. ¿No sería bueno enseñar a nuestros alumnos a cuidar sus libros y a tenerlos como el amigo que soluciona sus preguntas y les transmite valores? ¿Por qué los libros pueden ser buenos para ser donados para niños de otros países más pobres y no ser buenos para nosotros? ¿No podríamos de una vez por todas lograr que la educación quedara fuera del debate político y no se utilizara como arma arrojadiza y se trabajara en la línea de un gran pacto por la educación, si este es un tema que nos preocupa a todos?

*Profesor de la Facultad de Formación del Profesorado de la Uex.