Contrariamente a lo sucedido en las dos temporadas anteriores (en la 2011-2012, huelga de jugadores en la primera jornada; y en la 2012-2013, incertidumbre sobre los derechos televisivos), la Liga de fútbol ha arrancado este fin de semana sin conflictos de urgente solución encima de la mesa. Sí, en cambio, con la sensación, por primera vez en el último lustro, de que los clubs han entendido que no pueden seguir actuando como si en España no hubiera una grave crisis económica que también merma muy significativamente el dinero del fútbol: el de los propios clubs y el que los aficionados pueden dedicarle dentro del presupuesto familiar para el ocio.

Aunque la española seguirá presentando la anomalía de ser la segunda liga europea con los precios más caros --solo superada por la Premier League inglesa--, el hecho de que la mayoría de clubs (todos menos el Barcelona y el Real Madrid) hayan mantenido o rebajado las cuotas de los abonados es un acto de realismo. Algunos incluso han ido más allá y han adoptado plausibles medidas específicas para los aficionados que se encuentran en paro: es el caso del Betis, el Granada o el Espanyol, que ha contratado una póliza para que los abonados puedan recuperar el importe si pierden el empleo.

El telón de fondo que preside estas iniciativas es la necesidad de detener la pérdida de asistentes a los estadios, que la temporada pasada fue del 7%. Porque si en algo hay acuerdo en el mundo del fútbol de élite es en que es imposible concebirlo sin aficionados en las gradas. Por más que los ingresos por los derechos televisivos constituyan el capítulo principal de los presupuestos de los clubs, el deporte espectáculo precisa de la calidez, la pasión y el colorido que solo los espectadores in situ proporcionan.

Pero esto no permite ignorar que uno de los problemas pendientes del fútbol español es un mejor reparto de lo que las cadenas pagan a los clubs. La Liga solo podrá seguir siendo realmente tal --es decir, todos contra todos-- si el Barcelona y el Real Madrid renuncian, en beneficio de los otros clubs, a una parte de lo que ahora perciben.

Hay que introducir un factor corrector de la enorme brecha que separa a estos dos gigantes de los 18 equipos restantes, muchos de ellos casi meros comparsas. Aunque, por suerte, en el fútbol cabe la sorpresa: el talento y el acierto no siempre dependen de la capacidad económica.