Se ha publicado en la prensa la existencia de un medicamento que permitirá frenar el avance de la fibrosis quística. Gran noticia que pone de nuevo sobre la mesa la ética de los propietarios de la patente del medicamento. El precio es inabarcable y Sanidad valora si lo financia por su elevado coste.

Es el mismo problema que se produjo con el tratamiento de la hepatitis C que, finalmente y presionada por la sociedad, acabó pagando Sanidad.

Mientras no hay tratamiento, hay resignación, pero cuando existe un fármaco eficaz con limitación de acceso económico salta el tema ético. Es indecente que se restrinja el acceso a la salud por una barrera económica. El tema de los precios de los fármacos debería reglamentarse en el ámbito internacional y quizá no se tendría que dejar en manos de la iniciativa cien por cien privada la tarea en investigación. La iniciativa privada es imprescindible, pero el Estado debe marcar las reglas del juego.