El tiempo coloca a cada uno en su sitio y tiene la capacidad de convertir en cuentos lo que una vez fueron cuentas.

Durante la última década hemos vivido un crecimiento económico basado en pilares que nos llevan a un desarrollo insostenible del que ya estamos viviendo algunas de sus consecuencias; exceso de oferta inmobiliaria, lugares turísticos sobreexplotados que están perdiendo visitantes por haber reventado la gallina de los huevos de oro... y unas políticas bancarias que, aunque lejos de los problemas de entidades europeas y americanas, han dado lugar al descubrimiento de enormes gigantes con pies de barro.

Ahora, como ciudadano, reclamo que se pongan en marcha políticas que solucionen la crisis de una forma seria y duradera. Porque no dejan de escucharse soluciones fáciles como la flexibilidad laboral, la reducción de costes en salarios y la ampliación de horarios de los comercios. Apagar el fuego con gasolina solamente nos traerá nuevas llamaradas más pronto que tarde.

Quizá sea bueno recordar que el detonante de esta crisis fue un descontrol financiero en Estados Unidos, en el que los especuladores jugaron con fuego practicando unas políticas ultraconservadoras que han puesto en jaque en gran parte la acción de los gobiernos a medida que la crisis se ha ido contagiando por el mundo occidental.

Una reflexión: es más caro formar a un médico que a un albañil, pero de lo primero nos falta y de lo segundo nos sobra. Es tiempo de sensatez y de por fin, soluciones que sean pan para hoy y para pasado mañana.

Ignacio Caballero Botica **

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